Oscar Ruggeri, campeón del mundo con la Selección Argentina en 1986, volvió a generar repercusión al confesar públicamente una maniobra con la que evitó una sanción por un control antidopaje positivo durante su etapa como jugador de Vélez Sarsfield. El exdefensor relató el episodio en tono anecdótico, pero el contenido expone una práctica grave vinculada a la elusión de controles oficiales.
Según contó, todo comenzó cuando el médico del club le suministró una dorixina para aliviarle un dolor de cabeza sin advertirle que el medicamento estaba prohibido por el reglamento antidopaje vigente. Ruggeri aseguró que tomó la pastilla antes del partido y que recién al momento de salir a calentar fue alertado del error.
Ante esa situación, el exjugador relató que le pidió al médico que “arreglara” la situación para que su número de camiseta, el 6, no saliera sorteado en el control antidopaje. Sin embargo, al llegar el entretiempo se enteró de que igualmente había sido seleccionado para el control, lo que lo dejó en una situación comprometida.
Fue entonces cuando, de acuerdo con su propio testimonio, decidió recurrir a un ardid para evitar el resultado positivo. Ruggeri explicó que se escondió un pequeño recipiente con suero y buscó a un compañero que pudiera orinar por él, para presentar esa muestra en lugar de la propia.
El elegido, según contó, fue José “Chupete” Vázquez, a quien describió como alguien que consumía alcohol con frecuencia, pero que no tenía sustancias prohibidas en el organismo. Ruggeri afirmó que de ese modo logró pasar el control sin consecuencias disciplinarias.
La confesión, hecha años después de su retiro, reabre el debate sobre los controles antidopaje en el futbol argentino de décadas pasadas y la falta de rigurosidad que, según estos relatos, existía en algunos procedimientos. También pone el foco en la responsabilidad médica y dirigencial en la prevención y el cumplimiento de las normas deportivas.