Ya no se trata de un problema aislado, sino de una amenaza contra la salud de toda la población mundial. El consumo de alimentos ultraprocesados (AUP) se ha convertido en uno de los principales factores que deterioran la calidad de la dieta y aumentan el riesgo de múltiples enfermedades crónicas, de acuerdo con una serie de estudios publicados el 18 de noviembre de 2025 en la revista médica The Lancet.
En estos trabajos, investigadores internacionales advierten que los AUP están desplazando dietas tradicionales basadas en alimentos frescos y mínimamente procesados. Esta tendencia, documentada en más de 90 países, se ha intensificado particularmente en naciones de ingresos medios y bajos.
Según los especialistas, "la totalidad de la evidencia respalda la tesis de que el desplazamiento de patrones alimentarios establecidos desde hace tiempo por alimentos ultraprocesados es un factor clave del creciente aumento global de múltiples enfermedades crónicas relacionadas con la dieta".
Los autores identificaron una asociación entre dietas altas en AUP y un mayor riesgo de 12 enfermedades crónicas, entre ellas obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, depresión y mortalidad por todas las causas. El riesgo de consumir calorías en exceso con alimentos ultraprocesados se relaciona con sus características nutricionales: contienen mucha energía en poca cantidad de producto, aportan poca fibra y nutrientes esenciales, y están formulados con aditivos como emulsionantes, colorantes y edulcorantes que pueden alterar la saciedad y los procesos fisiológicos.
A lo largo de los años esta tendencia se ha extendido a nivel mundial, convirtiéndose en un fenómeno dominante. Los estudios señalan un crecimiento sostenido en la venta de estos productos entre 2007 y 2022 en 93 países, con aumentos del 60% en países de ingresos bajos, 40% en ingresos medios-bajos y 20% en ingresos medios-altos.
La evidencia científica revisada incluye 104 estudios de cohorte prospectivos realizados en América del Norte, Europa, Asia, América Latina y Oceanía. A ello se suma el reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y UNICEF, que han adoptado el sistema NOVA-UPF como uno de los indicadores clave para monitorear la calidad de la dieta a nivel global.
Para combatir esta tendencia, los especialistas proponen acciones en cuatro áreas clave: productos, entornos alimentarios, industrias productoras y cadenas de suministro. Entre las políticas recomendadas destacan la implementación de etiquetas frontales de advertencia, restricciones a la publicidad dirigida a menores, impuestos específicos a categorías de AUP y límites a su disponibilidad en escuelas y hospitales.
Argentina, Chile, México, Brasil y Colombia han implementado medidas como etiquetado frontal, restricciones en entornos escolares y gravámenes fiscales, que han mostrado impactos positivos en el consumo de estos productos. No obstante, los autores subrayan que "las acciones voluntarias de la industria son insuficientes en alcance, implementación e impacto" y que se requiere regulación obligatoria por parte de los gobiernos.
En México, el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) advirtió que "39% de las calorías que ingieren cada día niñas, niños y adolescentes provienen de esa fuente" y que esta situación está relacionada con el uso de publicidad digital agresiva por parte de las industrias, lo cual "desplaza la inclusión de alimentos saludables en la dieta".
De acuerdo con el INSP, en América Latina existen 48 millones de menores con sobrepeso u obesidad, de los cuales 14 millones residen en México. Ante esta situación, se creó la Alianza Global para la Alimentación Saludable de Niñas, Niños y Adolescentes (Alsanna), que exhorta a los gobiernos a adoptar un paquete de 10 recomendaciones para transformar los entornos alimentarios y limitar el acceso a ultraprocesados. (NotiPress)