Vivir y morir en la calle, una indigna realidad

Vivir y morir en la calle, una indigna realidad

Foto: Enfoque

La vida en la calle es una condena que acorta drásticamente la esperanza de vida. Si bien el frío invernal, y con ello la hipotermia, es una amenaza constante y recurrente, especialmente en esta época del año, las causas de muerte de las personas en situación de calle en México son un reflejo de la extrema violencia, exclusión y abandono al que se enfrentan día a día.

 

Estudios y registros de organizaciones civiles que atienden a esta población en México señalan que a diferencia de la población general, cuyas principales causas de muerte son las enfermedades crónicas, las personas sin hogar pierden la vida a causa de factores externos y condiciones de salud directamente relacionadas con su situación de vulnerabilidad.

 

En el contexto mexicano, las agresiones por parte de particulares y los incidentes de tránsito se posicionan como las principales causas de fallecimiento para este grupo. 

 

Esto resalta la peligrosa exposición a la que están sometidos en el espacio público y la falta de protección.

 

Al pernoctar en la vía pública, camellones o debajo de puentes, el riesgo de ser atropellado o sufrir un accidente es extremadamente alto.

 

Por otra parte, la discriminación y estigmatización se traducen en acciones violentas, a veces catalogadas como "limpieza social", que pueden llevar a golpes, heridas o la muerte.

 

Pero también las peleas entre personas que viven en la calle y las sobredosis relacionadas con el consumo de drogas y alcohol también son causas significativas de deceso.

 

Además, la alta prevalencia de trastornos mentales y la desesperanza de la vida en la calle aumentan considerablemente el riesgo de suicidio.

 

El deterioro físico constante, la mala nutrición y la exposición a los elementos convierten las enfermedades y el clima en amenazas letales.

 

Es común que durante la temporada invernal se reporten decesos por hipotermia en la vía pública. El frío es particularmente letal en cuerpos ya debilitados, desnutridos y con afecciones preexistentes.

 

Por si fuera poco, las condiciones insalubres, la exposición a la contaminación y la falta de atención médica crónica llevan al desarrollo y complicación de enfermedades cardiovasculares y respiratorias (como la tuberculosis o neumonía).

 

La falta de higiene, el contacto con residuos y la imposibilidad de tratar heridas o infecciones menores, propician condiciones como la sepsis, hepatitis o VIH/SIDA, que en esta población suelen ser mortales por la nula o tardía atención hospitalaria.

 

En cuanto a las políticas públicas para apoyar a las personas en situación de calle en Puebla, la atención se centra principalmente en la asistencia social y la canalización a albergues, aunque especialistas han dicho que las acciones a menudo son insuficientes o no se enfocan en las causas estructurales del problema.

 

¿Cuáles hay?

 

El Sistema Estatal DIF (SEDIF). El organismo coadyuva en la canalización de personas en situación de calle a albergues, casas de asistencia social e instituciones médicas. Esto incluye la gestión de espacios como el Dormitorio Municipal y albergues con enfoque especializado.

 

Programas de atención a grupos prioritarios. Hay programas que buscan abatir la desigualdad y el rezago social mediante apoyos a la población en condiciones de emergencia, incluyendo atención asistencial básica para abrigo refugio en momentos de contingencia climática.
 

Y quizá el más solicitado, el Dormitorio Municipal, que ofrece servicios básicos como alojamiento, alimentación (desayunos) y en ocasiones talleres formativos, con el fin de reintegrar a las personas a la sociedad.

 

A pesar de estos esfuerzos, organizaciones y expertos afirman que las políticas son reactivas más que preventivas. Consideran que falta una estrategia integral que aborde las complejas causas del fenómeno (adicciones, salud mental, violencia familiar, pobreza extrema).

 

Y que garantice el acceso efectivo a derechos como la salud, la educación y la justicia, con un enfoque diferenciado para grupos como niñas, niños y adolescentes, quienes siguen siendo altamente vulnerables y poco visibilizados.

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