Desde finales de octubre, miles de poblanos enfrentan un desabastecimiento de gas LP, y lo que inició como quejas aisladas en redes sociales, ha escalado a una crisis que afecta a la capital y otros municipios.
El problema, que inició hace semanas, pero se agudizó en estos últimos días, se debe, supuestamente, a una combinación de factores. Inundaciones en Poza Rica y otras áreas de Veracruz han interrumpido el transporte desde los principales centros de distribución, según distribuidores locales.
Además, la nueva normativa de la Comisión Nacional de Energía exige códigos QR en las unidades de transporte, lo que ha inmovilizado parte de la flota de camiones cisterna por incumplimientos administrativos.
Al respecto, un distribuidor de gas confirmó a Imagen Poblana que las unidades reguladas no están saliendo, y Pemex está dotando solo lo mínimo. En una visita a una gasera, trabajadores reportaron que el abastecimiento diario se ha recortado de 20 a 10 toneladas en los últimos cinco días.
"Nos han dicho que esperemos, pero las pipas llegan a cuentagotas desde Veracruz. Si sigue así, no alcanzamos ni para la mitad de los pedidos", explicó un operador de camión.
Y es que ya se ha vuelto común en últimos días observar filas de hasta 20 vehículos en las gaseras esperando turno, con racionamiento estricto, en donde solo se surten cilindros grandes, dejando a familias con compras menores de 50 o 100 pesos sin servicio o esperando más de tres horas.
La presidenta Claudia Sheinbaum minimizó la crisis como fallas logísticas específicas; sin embargo, el Gremio Gasero Nacional A.C. advierte que la distribución en la zona centro del país ha caído hasta 50%, con unidades que ya no llevan a cabo los rondines habituales.
¿Cómo afecta a los hogares y a la economía local esta escasez de gas?
En Puebla, 80 % de los hogares depende del gas LP para cocinar, bañarse o calentar agua. Su ausencia altera rutinas básicas y pone en evidencia la vulnerabilidad del consumo doméstico ante interrupciones en el suministro. Pero esta carga podría extenderse con la llegada de frentes fríos, incrementando el riesgo de intoxicaciones por alternativas no seguras.
Además, esta falta de abasto ha generado incertidumbre emocional, ya que la población teme que, de prolongarse, se dispare el precio por litro, afectando el presupuesto de las familias más vulnerables.
En términos cuantitativos, el Gremio Gasero Nacional calcula que al menos 50,000 hogares poblanos han reducido su consumo semanal en 40 %, lo que agrava la vulnerabilidad en un estado donde el ingreso promedio familiar es de 12,000 pesos mensuales, de acuerdo con el INEGI.
En el rubro económico, los comercios, especialmente taquerías, fondas y panaderías, reportan pérdidas diarias de hasta 5,000 pesos por cierre forzado o menús reducidos. En el sector textil y agropecuario, la escasez paraliza procesos que dependen de gas para secado y esterilización, afectando cadenas de suministro.