En un país donde el sistema público de salud enfrenta saturación crónica y desabasto de medicamentos, los consultorios adyacentes a farmacias se han convertido en un salvavidas para millones de mexicanos. Con consultas que oscilan entre 20 y 50 pesos, estos espacios atienden a cerca de 10.6 millones de personas al mes, superando en volumen a diversas instituciones de salud pública.
Pero, ante su creciente popularidad, surge una pregunta, ¿han terminado con el sueño de los consultorios independientes y la medicina privada tradicional?
Para responder a esta y otras cuestiones en el marco del Día del Médico, Imagen Poblana conversó con el doctor Miguel Ángel González González, médico general y pediatra egresado de la BUAP, con más de 53 años de experiencia profesional.
“En ningún momento nos afecta la consulta; el paciente puede asistir con el médico que guste. Dando un buen diagnóstico, tienes un buen tratamiento”, expresó el especialista, al tiempo de reconocer la labor de los médicos que trabajan en farmacias, a quienes considera colegas valiosos que están adquiriendo experiencia en un entorno demandante.
“Qué bueno que existen los médicos de farmacias, o los orientadores, porque hay trabajo para ellos como médicos. Hubo una temporada en la que no había médicos en farmacias y tenían que trabajar como transportistas o choferes de aplicación”, comentó.
Asimismo, destacó que es importante tenerles fe a todos los médicos, puesto que son profesionistas nobles, que están experimentando, pero que en la actualidad egresan con muchísimo aprendizaje "y son médicos muy acertados. He visto recetas con buenos diagnósticos”.
Sobre lo que lo motivó a elegir esta profesión, el doctor González recordó que su decisión fue influenciada por su familia, aunque con el paso de los años descubrió la verdadera vocación del oficio médico.
“Yo elegí, no tanto así, porque mis padres me dirigieron, casi casi ordenándome que fuera médico; te imponían la carrera hace muchísimos años".
Sin embargo, en la actualidad lo motiva el apostolado, el ayudar a la gente menesterosa y le provoca una gran satisfacción el curar y sanar a sus pacientes. "Ver a un paciente ya aliviado es un alivio también para nosotros, y la gratitud de ver a una persona sana después de estar enferma me motiva a seguir ayudando al prójimo”, compartió.
En cuanto a los casos más graves que ha enfrentado en su trayectoria, el doctor González recordó momentos difíciles que marcaron su experiencia profesional.
“He tenido pacientes con enfermedades como cáncer, SIDA o influenza, con casos graves de hospitalización y cuadros de neumonía. He visto a personas llegar ahogándose por falta de oxígeno; esos han sido los casos más graves que he visto en mi vida”.
Finalmente, el médico reconoció que una de las situaciones más difíciles en el ejercicio de la medicina es comunicar malas noticias a los familiares de los pacientes.
“Se siente uno incómodo y no sabe cómo explicarle al familiar que el paciente está muy grave y no tendrá sanación. Es de lo más difícil que enfrentamos como médicos”, confesó.