
O quién mece la cuna, dirían los priistas de tiempo idos, para fortuna de México, y fingían que dilucidaban sus ajustes de cuentas, sus cruentas luchas intestinas por un cargo de elección popular, no digamos la Presidencia de la República, por la cual perdieron la vida dos ilustres mexicanos.
Mas las preguntas más pertinentes las formuló Félix Hernández Gamundi, coordinador del Comité 68 pro Libertades Democráticas, organizador de la marcha anual, en este caso por el 57 aniversario del crimen de lesa humanidad que Gustavo Díaz y Luis Echeverría cometieron el 2 de octubre de 1968; a saber: “Entonces, ¿de dónde viene esto?, ¿quién lo promueve?, ¿a quién le interesa provocar de esta manera?, ¿que la población no se organice y que aquellos que estamos organizados no nos manifestemos?”
Con el argumento de los del “bloque de negro” de la “acción directa” y que son “anarquistas”, que esgrimen desde 2012, cuando el Distrito Federal fue vandalizado durante la toma de posesión de Enrique Peña, por lo que el exdirigente del movimiento estudiantil y popular “hizo notar que contingentes estudiantiles denuncian el resurgimiento del porrismo en sus planteles escolares, y los disturbios protagonizados el jueves por jóvenes embozados ‘está vinculado’ a ese tipo de grupos”; como reportó Jared Laureles.
Desde el lunes 29, el Comité 68 exhortó a los “grupos de choque” y al “extinto” cuerpo de granaderos a que se abstuvieran de participar en la marcha por los 57 años de la masacre de Tlatelolco, pero acudieron 300 sujetos con martillos, mazos, sopletes, bombas molotov y corta candados; incendiaron una joyería y saquearon 24 comercios. Los supuestos “anarquistas” dejaron más de un centenar de heridos, entre civiles y policía; daños materiales por más de 4 millones 350 000 pesos, cierre anticipado de 3 442 negocios con un efecto negativo en ventas de más de 16 millones de pesos, de acuerdo con la Cámara de Comercio de la Ciudad de México.
Las autoridades capitalinas con Claudia Sheinbaum y ahora con Clara Brugada al frente, y mucho más con el corrupto Miguel Mancera, mostraron incapacidad para contener, por la vía del encapsulamiento que no es sinónimo de represión, a estos grupos de choque e incluso delincuenciales o cuando menos inducidos sino es que pagados. Todo bajo el relato de “no caer en la provocación” y no “somos represores” que usó el presidente Andrés Manuel López Obrador y refrenda Sheinbaum Pardo.
Y para acabarla de amolar, el secretario de Seguridad Ciudadana se confió, pues tanto la Canaco como los empresarios joyeros coincidieron en que hubo escasa presencia policiaca y que la reacción fue tardía, misma que rectificó Pablo Vázquez Camacho sobre la marcha y triplicó a los elementos de la SSC, pero ya era tarde porque parte de los desmanes y robos estaban consumados, por lo que sólo lograron un detenido. Las autoridades de la capital de México, al parecer, procederán a realizar las investigaciones, para lo que serán muy útiles los abundantes videos con que cuentan. Amén.
Con insistencia aquí se advierte de los serios riesgos que implican las conductas permisivas del gobierno local y federal con las movilizaciones que usan prácticas vandálicas y que al principio los dirigentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y asesores de Los 43 se deslindaban de ellas, pero ahora las presumen como propias. Y el abogado Vidulfo Rosales, el que dirigió la acción para introducir violentamente un vehículo a Palacio Nacional, despacha y cobra en la Suprema Corte.
Acuse de recibo
De Ana Isabel Sanz. “Morir matando 1975. José Humberto. Fusilado por la dictadura criminal franquista. ‘Papá, mamá: Me ejecutarán mañana de mañana (27 de septiembre de 1975). Quiero daros ánimos. Pensad que yo muero pero que la vida sigue. Recuerdo que en tu última visita, papá, me habías dicho que fuese valiente, como un buen gallego. Lo he sido, te lo aseguro. Cuando me fusilen mañana pediré que no me tapen los ojos, para ver la muerte de frente. Siento tener que dejaros. Lo siento por vosotros que sois viejos y sé que me queréis mucho, como yo os quiero. No por mí. Pero tenéis que consolaros pensando que tenéis muchos hijos, que todo el pueblo es vuestro hijo, al menos yo así os lo pido. ¿Recordáis lo que dije en el juicio? Que mi muerte sea la última que dicte un tribunal militar. Ese era mi deseo. Pero tengo la seguridad de que habrá muchos más. ¡Mala suerte! ¡Cuánto siento morir sin poder daros ni siquiera mi último abrazo! Pero no os preocupéis, cada vez que abracéis a Fernando, el niño de Mary, o a Manolo haceros a la idea de que yo continúo en ellos. Además, yo estaré siempre con vosotros, os lo aseguro. Una semana más y cumpliría 25 años. Muero joven pero estoy contento y convencido. Haced todo lo posible para llevarme a Vigo. (…) enterradme, si podéis, en el cementerio civil, al lado de la tumba de Ricardo Mella. Nada más. Un abrazo muy fuerte, el último. Adiós papá, adiós mamá. Vuestro hijo, José Humberto’”.
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Foto: TV Azteca