¿Chancla de antaño o diálogo condescendiente? ¿Qué método educa mejor?

¿Chancla de antaño o diálogo condescendiente? ¿Qué método educa mejor?

Foto: FreePik, Enfoque

El debate entre la mamá de la chancla y la mamá moderna es uno de esos temas que despiertan pasiones, risas y un poquito de nostalgia.

 

La chancla voladora, un proyectil de precisión quirúrgica que podía girar esquinas, no era sólo un zapato, era un símbolo de autoridad absoluta.

 

Por otro lado, la mamá moderna es aquella que utiliza el método de una crianza consciente o que condesciende fácilmente, con tiempos fuera, diálogo, validación emocional, el respeto mutuo y niños que cuestionen y entiendan el mundo.

 

Y continuando con el espíritu de nuestro gran debate, en Imagen Poblana platicamos con hijos de la "generación chancla" y de la "generación diálogo" para que nos compartieran su experiencia de quién educa mejor.


 

Por supuesto, los hijos de la generación chancla suelen mirar atrás con una mezcla de cariño y de mejor no repetir la travesura o desobediencia. Hablan de respeto aprendido a la fuerza, pero también de miedos que no se olvidan.
 

Por ejemplo, Teresa, de 55 años, asegura que los papás de antes no tenían paciencia ni tolerancia, "nos portábamos bien sí o sí, había disciplina, por educación no te tiras al piso, no gritas", y dijo entender que hoy quieran ser amigos de sus hijos, "pero primero sean sus padres".
 

Teresa creció con límites claros y eso le dio resiliencia, pero advierte: "no éramos un dolor de cabeza, porque sabíamos las consecuencias".

 

Para Rodolfo, de 60 años, la chancla le forjó respeto y obediencia, y afirma que extraña esa "autoridad absoluta" en un mundo en el que los niños mandan.
 

"La crianza a la antigua era darle cuerazos a los hijos cuando se portaban mal, eso hizo buenos ciudadanos; ahora, si corriges a tu hijo puedes ir hasta preso", exclamó.

 

Por otro lado, los jóvenes criados con métodos más modernos a veces sienten que sus padres fueron demasiado blandos, lo que les dejó sin herramientas para enfrentar la frustración, como el caso de Natalia, de 21 años, quien expresó que sus papás siempre le preguntaban cómo se sentía, "pero nunca me pusieron límites y eso me costó un montón para lidiar con el 'no' en la vida real". 

 

O como el caso de Tadeo, quien dijo que la crianza de sus padres le permitió libertad para ser él mismo, pero siente que sus padres evitaron conflictos al punto de no enseñarle a manejar la autoridad o la disciplina personal.

 

O el de Gael, de 20 años, quien dijo que su mamá sí le llegó a dar con la chancla "y no me traumé, pero sí me da cosa que nunca hablamos de sentimientos, todo era 'porque yo mando', y agradeció haber aprendido respeto y responsabilidad de esa forma, pero sintió que faltó comunicación emocional.

 

La realidad es que ninguna mamá es "mejor" en un sentido absoluto. La chancla funcionaba en su contexto, tiempos más duros, menos acceso a información sobre psicología infantil y una sociedad que valoraba la obediencia

 

La mamá moderna responde a un mundo donde la salud mental y la individualidad son prioridades, pero a veces se enfrenta a retos de autoridad o resistencia

 

Lo que importa es el amor y la intención detrás de la crianza. Y, si somos honestos, la chancla sigue siendo imbatible en precisión aerodinámica.

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