
Los microplásticos son un gran problema para el ecosistema de los océanos. Sin embargo, hay un filtro natural en el mar Mediterráneo que puede dar una mano en la batalla contra la contaminación oceánica. Se trata de la posidonia, una planta marina que, al formar esferas compactas llamadas "pelotas de Neptuno", expulsan fragmentos de plástico hacia las playas.
De acuerdo con la investigadora Anna Sánchez-Vidal, autora principal del estudio, la posidonia ralentiza el agua. "Hay menos corrientes en las praderas marinas, por lo que atrapan el carbono y los sedimentos, y actúan como un refugio para la biodiversidad". Sin embargo, esas mismas praderas acumulan también concentraciones significativas de plásticos arrastrados desde ríos y mares.
Cada otoño, las hojas de posidonia caen y se entrelazan, formando bolas fibrosas ricas en lignina. "A medida que se mueven, transportan plástico entrelazado dentro de las fibras", señaló Sánchez-Vidal. El equipo estimó que las praderas pueden atrapar cerca de 900 millones de fragmentos plásticos al año en el Mediterráneo.
La investigación, realizada por la Universidad de Barcelona en las playas de Mallorca entre 2018 y 2019, halló plásticos en la mitad de las hojas sueltas recolectadas y en el 17% de las pelotas de Neptuno, algunas con hasta 1,500 piezas por kilogramo. Las más compactas resultaron ser las más eficaces en retener microplásticos.
El proceso de llegada a las costas depende de tormentas y mareas. "Decimos que es una forma en la que el mar nos devuelve la basura que nunca estaba destinada a estar en el fondo marino", comentó la especialista.
No obstante, los investigadores aclaran que estas bolas no deben considerarse una solución definitiva. "Nunca las hemos considerado una forma de limpiar la basura del fondo del mar", advirtió Sánchez-Vidal, quien pidió no retirarlas de las playas, ya que aportan humedad y nutrientes al ecosistema costero.
A pesar de su formación natural, la posidonia enfrenta amenazas globales. Estudios indican que desde el siglo XIX las praderas marinas han perdido un 29% de su extensión. Factores como la contaminación, el desarrollo costero, las especies invasoras y el aumento de las temperaturas oceánicas agravan la situación.
En el Mediterráneo, proyectos como el Bosque Marino de Red Eléctrica en Mallorca o el programa Posidonia Gardeners en Sicilia y Malta trabajan para restaurar estas praderas que, además de retener plásticos, mejoran la calidad del agua, absorben dióxido de carbono, protegen las costas y sirven como refugio de biodiversidad. La investigadora concluyó que la clave está en la prevención: "Solo necesitamos evitar que el plástico llegue al mar, lo que implica reducir la producción de plástico". (Notipress)