Inteligencia a debate

Inteligencia a debate

Preguntaba Adolfo Ruiz Cortines cuando le presentaban a un posible colaborador de su gobierno y le presumían su inteligencia.

 

“¿Inteligente para qué?”.

 

Porque es cierto, no sólo hay diferentes tipos de inteligencia, está aquella que se refiere a actividades de espionaje, la artificial y hasta la emocional, como recién se ha puesto de moda.

 

Lo que hoy pongo a debate es la inteligencia de la señora presidente Claudia Sheinbaum, pues hay versiones encontradas.

 

De una parte, hace un par de semanas y justo en el día del cumpleaños de la presidente, la ex no primera dama Beatriz Gutiérrez Müller –todavía esposa de AMLO-- se la regateó.

 

Dijo la señora que a doña Claudia “no le sobra”.

 

Por inferencia, le falta.

 

Pero justo hace un par de días, durante la discusión de la iniciativa de reformas a la Ley de Telecomunicaciones, el pastor de la manada guinda en San Lázaro, se la ensalzó… o quizá también se la regateó.

 

“Vamos a respaldar esta ley que proviene de la inteligencia de la presidenta Sheinbaum y vamos a seguir luchando por lograr la cobertura pública y social del acceso a internet, sin dejar de fortalecer la competencia”, dijo Ricardo Monreal.

 

Claro que para los morenistas, quienes pretenden eternizarse en el poder, la ley resulta de lo mejor, producto de una inteligencia malévola que, seguramente no es la de la señora Sheinbaum, sino la de quien la mueve.

 

Si de verdad fuera muy inteligente la señora presidente, como algunos pocos dicen, ya habría aplicado aquello que recomendaba Marcel Proust:

 

Que “el instinto dicta el deber –hacia AMLO-- y la inteligencia da pretextos para eludirlo”.

 

En síntesis, no hay inteligencia allí donde no hay cambio ni necesidad de cambio.

 

*  *  *

 

Con una frase AMLO pretendió zanjar las acusaciones de tráfico de influencias y corrupción que la opinión pública, lo mismo que la opinión política, le endilgaban al mayor de sus “trivagos”, José Ramón López.

 

“Al parecer la señora tiene dinero”, respondió cuando en una de sus matinés pidieron su opinión sobre la llamada “casa gris”, propiedad de un proveedor de Pemex con la que su esposa Carolyn Adams hacía negocios en su papel de promotora en inversiones en proyectos de energía.

 

Y ahí paró la cosa, luego de que el junior y su prole se vieran obligados a desalojar la mansión con alberca de 23 metros de largo y sala privada de cine, entre otras “amenidades”.

 

No ha sucedido lo mismo, ahora, con la “casa azul” que ocupan el exgobernador guanajuatense Diego Sinhue Rodríguez y su familia, propiedad de un empresario que hizo millonarios negocios de seguridad en la entidad del Bajío, cuando su ahora inquilino era el mandamás de la entidad.

 

En la mentiñera llevan ya varios días mencionando el caso y no en términos gratos.

 

Dos varas, dos medidas, dos mansiones en Houston, Texas.

 

*  *  *

 

Prácticamente, todos los sinaloenses saben que el verdadero poder tras el trono en ese estado del Pacífico está en manos del ahora senador Enrique Inzunza, quien antes fuera el secretario general del dizque gobierno de Rubén Rocha.

 

Ambos, Inzunza y Rocha deben ser ahora mismo los más temerosos de las declaraciones que Ovidio Guzmán ya haya hecho ante los agentes y fiscales estadounidenses, para conseguir que el próximo miércoles 9 de julio un juez le brinde una sentencia leve, luego de que se declarara culpable de los delitos que se le han imputado, y así consiga convertirse en testigo colaborador de la justicia gabacha.

 

¿Qué habrá dicho ya el hijo de “El Chapo” Guzmán?

 

¿Cuántas veces mencionó a Rocha y cuantas más a Inzunza, entre otros morenistas?

 

El temor de ambos, así las cosas, está más que justificado… y no sólo porque vayan a perder la visa de acceso al territorio vecino.

 

@AndySKBrown1

 

* Pseudónimo bajo el que se redactan informaciones aportadas por los colaboradores y lectores del portal Índice Político.