El huracán Erick, que alcanzó la categoría 4 en la escala Saffir-Simpson, impactó las costas de Oaxaca y -otra vez - Guerrero este jueves, generando una alerta máxima en el sur del país. Para ello, las autoridades han implementado medidas drásticas en ambos municipios, para mitigar una posible catástrofe.
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Sin embargo, a propósito de la presencia de este fenómeno meteorológico y de la amenaza que representa, Acapulco aún no se ha recuperado completamente del huracán Otis que azotó a este municipio, como categoría 5 el 25 de octubre de 2023.
Aunque las áreas turísticas muestran grandes avances, las colonias marginadas siguen en crisis, con escombros, falta de servicios y una economía debilitada. La eliminación del FONDEN dejó al gobierno sin un mecanismo ágil para responder, y el plan de 3,400 millones de dólares ha sido insuficiente frente a los daños estimados en hasta 16,000 millones.
La combinación de desigualdad, violencia, nuevos riesgos climáticos como este huracán y problemas de gobernanza ha retrasado la reconstrucción, dejando a muchos acapulqueños en condiciones de vulnerabilidad. La promesa del expresidente Andrés Manuel López Obrador, de que Acapulco estaría “de pie” en pocos meses, no se ha cumplido.
Tan sólo en el último trimestre del año pasado, la zona hotelera había recuperado únicamente 30% de los cuartos disponibles; hasta el mes pasado, varios reportes indican que Acapulco aún tiene edificios colapsados y problemas de drenaje que causan inundaciones recurrentes.
Barrios ubicados en la periferia y comunidades rurales, como las de la sierra de Guerrero, siguen con escombros, viviendas dañadas y servicios básicos intermitentes. El turismo, que representaba 65 % del ingreso, cayó a 23 % tras Otis. Muchos negocios no han reabierto, y trabajadores del sector migraron a otros destinos.
Asimismo, líderes del sector turístico estimaron en abril del año pasado, que la recuperación plena del puerto, tomaría al menos dos años, contradiciendo la promesa de AMLO de una recuperación rápida.
Esto no es más que una muestra de una realidad, el FONDEN, eliminado en 2021 bajo el argumento de corrupción y opacidad, era un fondo federal que asignaba recursos automáticos para desastres naturales, con un promedio de 7,000 millones de pesos anuales.
Su ausencia sigue teniendo un impacto profundamente negativo, especialmente en hechos tan violentos como los que provoca un huracán.
