
El emblemático cráter de gas natural conocido como “las puertas del infierno”, ubicado en el desierto de Karakum en Turkmenistán, muestra señales de extinguirse tras más de 50 años de actividad ininterrumpida. Así lo dieron a conocer los expertos de Turkmengaz durante una conferencia científica internacional llevada a cabo en Asjabad, la capital del país.
El cráter, con un diámetro de 60 metros y una profundidad de 30 metros, se formó en 1971 como consecuencia de un accidente durante la perforación de un pozo exploratorio. Desde entonces, permanece ardiendo y se convirtió en una conocida atracción turística, así como en una fuente constante de emisiones de metano nocivas para el medioambiente.
A partir de 2022, el gobierno turcomano impulsó un proyecto para apagar el cráter, debido a los daños ecológicos y sanitarios asociados a la combustión continua de gas no aprovechable. La iniciativa tuvo efectos visibles pues mientras que hace poco más de una década las llamas podían verse desde kilómetros de distancia, ahora sólo son perceptibles de cerca.
13. Door To Hell, Turkmenistan
— Earth_Wanderer (@earth_tracker) October 25, 2024
The Door to Hell in Turkmenistan is a fiery crater burning for decades, originally ignited by a Soviet drilling mishap. pic.twitter.com/CVD9MpL1o2
Según la experta Irina Luryeva, del consorcio Turkmengaz, se logró limitar el flujo de gas mediante la perforación de pozos alrededor del cráter para capturar el metano. Esto redujo significativamente las emisiones y facilitó el control de las filtraciones gaseosas.
Estas medidas forman parte de los esfuerzos de Turkmenistán en su lucha por contrarrestar el cambio climático. El país se propuso reducir sus emisiones de metano en al menos 30 % para el año 2030, con base en los niveles de 2020. Para ello, inició en 2024 un proyecto conjunto de monitoreo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
Durante los últimos meses de 2024, no se registraron emisiones de metano en las instalaciones de Turkmengaz, lo cual demuestra la eficacia del monitoreo continuo y las estrategias de mitigación implementadas.