
La ficción apocalíptica basada en pandemias encontró en The Last of Us uno de sus exponentes más reconocidos. Desde el lanzamiento del videojuego en 2013, su narrativa, centrada en una infección global provocada por un hongo llamado Cordyceps, atrajo a millones de jugadores y espectadores. Sin embargo, el surgimiento de una pandemia real en 2020 marcó un punto de inflexión en la forma en que el público interactúa con este tipo de historias.
Durante el desarrollo del juego, los creadores consultaron con científicos especializados en infecciones zoonóticas, entre ellos David Hughes, ecólogo conductual en la Universidad Estatal de Pensilvania. Él fue convocado por el estudio Naughty Dog para explicar los fundamentos científicos detrás del concepto de un hongo capaz de alterar el comportamiento humano. Según Hughes, la pandemia de COVID-19 confirmó aspectos que antes solo se trataban en charlas teóricas: "Nos pidieron dar conferencias en Europa para respaldar la idea de que las infecciones zoonóticas no solo son posibles, sino el mecanismo principal por el cual los humanos contraen nuevas enfermedades".
Posteriormente, la realidad superó a la ficción. En su diálogo con la revista Nature, Hughes expresó: "El problema es si perdemos 5% de nuestra población y la economía global se detiene, lo cual vimos". De esta forma, el investigador relacionó los planteamientos del videojuego con las consecuencias sociales y económicas del brote de COVID-19. La experiencia vivida por la sociedad global habría impactado la recepción emocional hacia narrativas ficticias similares.
El impacto cultural de vivir una emergencia sanitaria auténtica modificó la manera en que ciertos sectores perciben historias postapocalípticas. Hughes señaló: "Nuestra disposición a asustarnos con pandemias ha disminuido porque todos tenemos PTSD, o simplemente nos dimos cuenta de que a algunos no les importa el prójimo". Estas declaraciones apuntan a un cambio en la sensibilidad del público frente al temor inducido por narrativas de contagio y colapso civilizatorio.
Así, la trayectoria histórica del género zombi evidencia que su contenido ha evolucionado en función del contexto social. En décadas pasadas, reflejaba temores nucleares y más adelante, preocupaciones sobre enfermedades en sociedades densamente pobladas. El presente escenario, marcado por la experiencia reciente de una pandemia, parece haber alterado el lugar que estas historias ocupan en el imaginario colectivo.
Dentro del universo de The Last of Us, tanto en su versión de videojuego como en la adaptación televisiva, la infección causada por Cordyceps se manifiesta a través de etapas que afectan progresivamente a los humanos. Aunque se trata de una licencia narrativa, el fundamento biológico detrás del concepto fue considerado con atención por el equipo creativo, según Hughes. Sin embargo, el investigador dejó en claro que el objetivo del entretenimiento no es satisfacer criterios científicos estrictos, sino narrar historias accesibles a una audiencia general.
Finalmente, la intersección entre ciencia y entretenimiento permite observar cómo fenómenos reales influyen en la percepción pública de escenarios ficticios. En el caso de The Last of Us, la conexión con la pandemia real resalta la relevancia de entender cómo se transforman los temores sociales en relatos de ficción. (NotiPress)