
Con el avance de la inteligencia artificial, la tecnología redefine constantemente los límites de la experiencia humana y surge una nueva y controvertida herramienta: los "deathbots" o "griefbots". Estos programas de inteligencia artificial prometen a las personas “hablar” con sus seres queridos fallecidos, utilizando datos digitales para recrear su manera de comunicarse.
¿Qué son los deathbots y cómo funcionan?
Los deathbots, también conocidos como thanabots, griefbots o deadbots, son chatbots basados en inteligencia artificial diseñados para simular la personalidad, voz y estilo de comunicación de personas fallecidas. Utilizan datos digitales del difunto como mensajes, videos y grabaciones, para crear una representación conversacional que permite a los usuarios "hablar" con sus seres queridos muertos.
Empresas como HereAfter AI, StoryFile y Project December lideran el desarrollo de esta tecnología, que se ha popularizado especialmente en países como China, donde se emplean en festivales conmemorativos y servicios funerarios digitales, y también está presente en Occidente a través de empresas que preservan recuerdos y rasgos digitales de los fallecidos.
Impacto psicológico y riesgos asociados
Aunque los deathbots pueden ofrecer un consuelo inicial a quienes están en duelo, especialistas en salud mental advierten sobre sus efectos potencialmente negativos. La principal preocupación es que estas simulaciones pueden alargar y complicar el proceso natural de duelo, creando una ilusión que dificulta la aceptación de la pérdida real. Según el psicoanalista Gabriel Rolón, esta tecnología puede impedir que las personas avancen hacia la fase de recuperación emocional, atrapándolas en una lucha entre la realidad y el deseo de que el ser querido regrese.
Además, estudios recientes, como uno de la Universidad de Cambridge, afirman que el uso prolongado de deathbots puede generar dependencia emocional, estrés, depresión e incluso psicosis en algunos casos. Existe también el riesgo de que estos bots, al ser programas de IA, puedan emitir respuestas inapropiadas o dañinas, lo que podría agravar el sufrimiento de los usuarios.
Además, según un experimento del MIT Media Lab con 981 participantes, el uso intensivo de chatbots, incluyendo bots emocionales, se asocia con mayor soledad, dependencia emocional y menor socialización en la vida real. Usuarios que interactuaban entre 5 y 27 minutos diarios mostraron altos índices de aislamiento social y problemas para relacionarse con personas reales.
Asimismo, el desarrollo y uso de deathbots plantea un complejo debate ético. Entre las interrogantes más relevantes están la falta de consentimiento del fallecido para ser replicado digitalmente y la posible explotación comercial de esta tecnología, que puede incluir desde publicidad encubierta hasta la manipulación emocional de los dolientes. Además, se cuestiona si un avatar digital puede considerarse realmente una extensión del ser humano o si simplemente es una máquina sin conciencia, lo que tiene implicaciones profundas sobre cómo la sociedad enfrenta la muerte y el duelo.
Ante estos desafíos, expertos piden establecer protocolos de seguridad y regulación para proteger a los usuarios, especialmente a los más vulnerables como niños y personas en duelo intenso. Se recomienda que el uso de deathbots sea temporal y supervisado para evitar dependencias emocionales perjudiciales.
La industria del "digital afterlife" (vida digital post mortem) está en auge y su regulación será clave para equilibrar los beneficios terapéuticos potenciales con los riesgos psicológicos y éticos.
En resumen, los deathbots representan una frontera tecnológica que promete una nueva forma de "conversar" con los muertos, pero también plantea serias preguntas sobre el impacto emocional y ético de esta práctica. Su uso indiscriminado puede entorpecer el proceso natural de duelo y generar daños psicológicos, por lo que expertos llaman a la prudencia y a una regulación cuidadosa.