
En Canadá acuden este 28 de abril a las urnas en unas elecciones federales que concentran la atención tanto nacional como internacional, en un contexto de cambios políticos y desafíos diplomáticos recientes.
La jornada se desarrolla bajo un ambiente de incertidumbre, marcado por una crisis de liderazgo interno y por la creciente influencia de eventos externos en la política nacional.
Originalmente, la elección estaba prevista como el final de la era de Justin Trudeau, quien gobernó el país durante una década y acumuló críticas significativas en los últimos años. Los temas centrales de esta contienda incluyen la situación económica, el coste de la vida, el medioambiente y los debates sociales que reflejan tensiones globales actuales.
La participación de Donald Trump modificó de forma sustancial el panorama electoral canadiense, generando una respuesta nacionalista visible en calles, comercios y actos públicos en diversas provincias del país. Los supermercados exhibieron mensajes instando a "comprar productos nacionales" y en eventos deportivos se observaron expresiones de rechazo hacia símbolos estadounidenses.
En noviembre, durante una reunión en Mar-a-Lago, Trump declaró que "la solución a todos los problemas entre ambos países sería la integración", generando preocupación entre autoridades y ciudadanos canadienses. Posteriormente, continuó proponiendo esa idea, refiriéndose a Trudeau como "gobernador" y sugiriendo incluso revisar antiguos tratados para reclamar territorios en favor de Estados Unidos.
Pierre Poilievre, líder conservador, inició la campaña con más de 25 puntos de ventaja en las encuestas, promoviendo una plataforma inspirada en el nacionalismo económico denominado "Canada First". Sin embargo, el contexto internacional y la retórica de Trump redujeron su impulso inicial, provocando una concentración del voto progresista alrededor del nuevo líder liberal.
Mark Carney, expresidente del Banco Central de Canadá y del Banco de Inglaterra, emergió como el principal adversario de Poilievre, logrando cerrar la brecha en las últimas encuestas. Carney podría representar una propuesta tecnocrática enfocada en estabilidad económica y relaciones exteriores más moderadas.
Por el lado de los conservadores mantienen un 40% de intención de voto, el mejor desempeño del partido en casi dos décadas, de acuerdo con los últimos datos disponibles. En contraste, el movimiento progresista logró movilizar votantes preocupados por las implicaciones de una mayor alineación con tendencias políticas conservadoras extranjeras.
En sus últimos mítines, Poilievre criticó a los liberales por promover "una amnesia colectiva" respecto a "la década perdida" bajo el gobierno de Justin Trudeau. Por su parte, los liberales acusaron a los conservadores de "intentar ocultar las similitudes" con el Partido Republicano estadounidense y las políticas del "America First".
Las críticas hacia Poilievre también incluyeron su defensa de combustibles fósiles, criptomonedas y la adopción de eslóganes asociados al populismo conservador internacional contemporáneo. Mientras tanto, la presión migratoria, la crisis de vivienda y el estancamiento económico dominaron los temas centrales del debate durante los últimos días de campaña. (NotiPress)