Virginia Giuffre, una de las principales denunciantes de los abusos sexuales cometidos por Jeffrey Epstein, falleció a los 41 años en su granja de Australia Occidental. Su familia confirmó que la causa de muerte fue suicidio, tras años de luchar contra las secuelas emocionales de los abusos que sufrió desde su infancia.
Giuffre, originaria de Sacramento, California, se convirtió en una figura central en los procesos judiciales que llevaron a la condena de colaboradores de Epstein, como Ghislaine Maxwell. También fue quien denunció haber sido víctima de abuso sexual por parte del príncipe Andrés del Reino Unido cuando era adolescente, lo que desencadenó un escándalo en la familia real británica.
Reclutada a los 17 años por Maxwell bajo el pretexto de trabajar como masajista, Giuffre fue forzada a formar parte de una red de tráfico sexual que implicaba a poderosos empresarios, políticos y miembros de la realeza. Su testimonio público alentó a más sobrevivientes a alzar la voz y fue crucial para que las autoridades estadounidenses impulsaran investigaciones contra Epstein y su círculo cercano.
En los últimos meses, Giuffre enfrentaba serios problemas de salud, incluida insuficiencia renal, además del impacto emocional provocado por la reapertura de documentos vinculados a la red de Epstein. A pesar de su delicado estado, continuaba comprometida con la defensa de los derechos de las víctimas de abuso sexual.
A través de su lucha incansable, Giuffre no solo evidenció las redes de abuso ocultas entre las élites, sino que también abrió un camino de visibilización y apoyo para cientos de víctimas en todo el mundo.
La familia de Virginia la recordó como una "luchadora incansable" y "una luz para tantas sobrevivientes", mientras su legado queda firmemente ligado a la visibilización de la trata de personas y la lucha por la justicia.
