
Una investigación reciente del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Escuela de Medicina de Harvard reveló cómo la proteína IL-17, conocida por su papel clave en la defensa del organismo contra infecciones, también ejerce influencia sobre el comportamiento humano. Este hallazgo pone en evidencia la conexión directa entre el sistema inmunológico y el cerebro, en particular en la forma en que se experimentan emociones y se regula la interacción social.
Durante el estudio, publicado el 7 de abril de 2025, se identificó que la IL-17 puede activar regiones cerebrales específicas responsables de inducir ansiedad o promover la sociabilidad. En modelos animales, se observó que esta proteína afecta la amígdala, una zona del cerebro vinculada con respuestas emocionales como el miedo, así como la corteza somatosensorial, donde se procesa información relacionada con el entorno y la interacción social.
"Si estás enfermo, hay muchas más cosas que están sucediendo en tus estados internos, tu estado de ánimo y tus estados de comportamiento, y eso no es simplemente que estés físicamente fatigado. Tiene algo que ver con el cerebro", explicó Gloria Choi, profesora asociada de ciencias cognitivas y del cerebro en el MIT, y una de las autoras principales del estudio.
Este descubrimiento plantea nuevas preguntas sobre el papel de las moléculas inmunológicas en procesos neurológicos. Durante infecciones, el organismo no solo combate agentes patógenos, sino que también puede modificar el estado mental de las personas. Tales efectos podrían explicar cambios emocionales observados comúnmente durante enfermedades, como el retraimiento social o el aumento del estrés.
A través de técnicas de imagen y análisis de comportamiento, los investigadores constataron cómo la IL-17 no solo está presente en el torrente sanguíneo, sino que también interactúa directamente con neuronas en áreas cerebrales críticas. Este mecanismo sugiere que existe una vía directa entre la respuesta inmune y la regulación del comportamiento, más allá de los efectos fisiológicos clásicos.
Entre los hallazgos más destacados se encuentra la posibilidad de que estos mecanismos participen en condiciones clínicas como los trastornos de ansiedad o el autismo. En estudios anteriores, el mismo equipo había observado vínculos entre la IL-17 y síntomas conductuales en descendencia de madres que experimentaron inflamación durante el embarazo.
Sin embargo, los expertos destacan que aún se requiere mayor investigación para comprender completamente las implicaciones de estos procesos en humanos. A pesar de esto, los resultados ofrecen un marco innovador para explorar tratamientos desde un enfoque neuroinmunológico, integrando la biología del sistema inmune con la neurociencia del comportamiento.
Además, la investigación refuerza la idea de que los estados mentales no se originan exclusivamente en el cerebro, sino que resultan de una interacción compleja con otros sistemas corporales. Este paradigma podría influir en futuras estrategias médicas destinadas a abordar enfermedades mentales mediante la regulación de moléculas inmunológicas específicas. (NotiPress)