
En los penales de Puebla, como en muchas otras cárceles del país, la problemática de los teléfonos celulares dentro de las rejas sigue siendo una de las más graves, a pesar de los esfuerzos por parte de las autoridades para erradicar este fenómeno.
Los reos o personas privadas de la libertad -como actualmente se les denomina- han encontrado diversas formas de burlar la seguridad de los centros penitenciarios, utilizando métodos ingeniosos para introducir estos dispositivos y otros objetos prohibidos.
El acceso a los teléfonos móviles en los penales es un desafío constante para las autoridades penitenciarias. A pesar de los operativos, revisiones constantes y el uso de tecnología de rayos X para detectar objetos ilícitos, los reos encuentran vías para introducir los dispositivos.
Un elemento de Seguridad y Custodia, corporación que depende de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, menciona en entrevista que una de las maneras más comunes es a través de las visitas.
Familiares o amigos de los internos, en ocasiones, logran introducir teléfonos ocultos en sus pertenencias personales. Pero afirma que otro método es el uso de drones, que han sido reportados en diversas cárceles del país, para lanzar teléfonos y otros objetos al interior de los penales.
Sin embargo, admite que algunos trabajadores de las prisiones -no solo los custodios-, son cómplices, facilitando la entrada de estos objetos a cambio de sobornos. Los reos también han ideado técnicas para esconder los teléfonos en partes poco inspeccionadas, como en las paredes, en la ropa interior o dentro de los productos que les son entregados a través de las tiendas internas de los penales.
Sería inocente pensar que los teléfonos móviles al interior de las cárceles son para que las personas privadas de la libertad los utilizan para comunicarse con sus seres queridos.
Y es que una vez dentro de las cárceles, los teléfonos móviles sirven a los reos para diversos fines. El primero de ellos, y el más grave, es la continuación de actividades delictivas. Utilizan los dispositivos para coordinar desde el interior de la cárcel extorsiones, tráfico de drogas y otras actividades ilícitas.
La comunicación con sus cómplices fuera del penal se facilita enormemente, permitiéndoles operar sin ser detectados por las autoridades.
Por otro lado, los teléfonos también son utilizados para cometer delitos como el fraude telefónico y la suplantación de identidad, lo que ha generado un aumento en las víctimas de estafas y engaños perpetrados por internos.
Además, en algunas ocasiones, hacen uso de las redes sociales para publicar fotos o videos, lo que genera indignación entre la población, ya que estos internos pueden llevar una vida de lujo dentro de la prisión, mientras siguen cometiendo delitos. Aunque ha habido casos en los que gracias a las publicaciones en redes, muchas de ellas en transmisiones en vivo, han ayudado para poner al descubierto casos de abuso de autoridad o maltrato.
Entre el ingenio de las personas para idear mecanismos para ingresar este tipo de objetos, y la corrupción que hay en las cárceles, no solo se ingresan teléfonos móviles.
Las drogas son introducidas a través de los mismos métodos, incluidos los drones, los empleados corruptos o los paquetes enviados por familiares.
Otro objeto problemático son las armas blancas, aunque en algunos casos son fabricadas dentro de los penales. Los reos emplean objetos comunes como cuchillos, tijeras o piezas de metal que transforman en armas peligrosas. Estas armas son utilizadas para extorsionar a otros reos, para peleas internas o incluso para llevar a cabo actos de violencia hacia los custodios.
Y cuando se trata de objetos “pequeños” como un teléfono o las dosis de drogas, se puede “entender” que muchas veces pasen desapercibidas; sin embargo, durante los operativos, no solo en cárceles de Puebla, sino de otras entidades del país, llama la atención que entre los objetos decomisados haya consolas de videojuegos, sistemas de audio y pantallas.
Lo anterior hace cuestionarse, ¿cuántas autoridades penitenciarias han sido sancionadas o incluso destituidas del cargo por esta situación? Pocas o ninguna, sería la respuesta.
Especialistas en seguridad dicen que la entrada ilegal de estos objetos al interior de los penales se debe a una serie de factores. Primero, la corrupción dentro del sistema penitenciario, que involucra tanto a personal de seguridad como a trabajadores administrativos y externos.
En segundo lugar, la falta de recursos y tecnología adecuada para los operativos de seguridad. Aunque los penales de Puebla y del resto del país cuentan con sistemas de seguridad y protocolos de revisión, la demanda y la oferta de estos artículos ilegales sigue siendo alta, lo que genera un mercado negro dentro de las cárceles.
Otro factor es la sobrepoblación penitenciaria. El sistema de justicia penal en México enfrenta serias carencias, lo que se traduce en cárceles hacinadas, donde las condiciones de seguridad son vulnerables. Con tantos internos, es difícil supervisar a cada uno de manera adecuada, lo que facilita la introducción de objetos prohibidos.
Aunque se han implementado algunas medidas, como la compra de equipos de rayos X, cámaras de vigilancia y la implementación de tecnologías de detección de señales de teléfonos móviles, el verdadero desafío radica en la corrupción interna y la falta de personal capacitado.