
Hasta hace poco, los aceites de semilla eran considerados una opción saludable en las cocinas estadounidenses. Aceites como el de canola, soya, girasol y maíz han sido durante décadas los ingredientes clave en la preparación de comidas y la cocina cotidiana.
Sin embargo, una reciente controversia ha tomado por sorpresa tanto a los consumidores como a los expertos en nutrición, después de que influyentes en redes sociales y figuras públicas, como Robert F. Kennedy Jr., acusaran estos aceites de ser dañinos para la salud. Inclusive, afirman que los aceites de semilla están "envenenando a la gente sin que lo sepan".
1. Elimina RADICALMENTE los aceites de semillas de tu dieta ❌
— Norax ???? (@pulsometabolico) March 4, 2025
Los aceites de semillas y los PUFA en general meten miedo al mismísimo Satán.
Al oxidarse generan una serie de reacciones químicas en tu cuerpo, trastocándote las hormonas y aumentando la inflamación interna. pic.twitter.com/lScXaPCBYn
Esta crítica ha desconcertado a muchos científicos, que defienden los beneficios de estos aceites en lugar de opciones más tradicionales como las grasas animales. En medio de esta disputa, desentrañaremos algunos de los beneficios o complicaciones de los aceites más comunes.
La ciencia de los aceites: tipos y composición
Para entender mejor este debate, es esencial conocer los distintos tipos de aceites disponibles en el mercado y sus impactos en la salud, clasificados principalmente en vegetales, de semilla y animales.
Aceites vegetales
Estos aceites se extraen de diversas partes de las plantas, como frutos, semillas y granos.
Aceite de oliva: es una fuente rica en ácido oleico (omega-9), asociado con efectos antiinflamatorios y beneficios para la salud cardiovascular. De hecho, las dietas mediterráneas, que hacen un uso extensivo de este aceite, están asociadas con menores tasas de enfermedades del corazón.
Aceite de coco: a pesar de su alto contenido en grasas saturadas, algunos estudios sugieren que el aceite de coco tiene efectos neutros o incluso beneficiosos sobre los niveles de colesterol.
Aceites de semilla
Estos aceites se extraen principalmente de las semillas de plantas. Algunos ejemplos son:
Aceite de girasol: rico en ácidos grasos poliinsaturados, que representan alrededor del 62% del total de sus grasas, siendo el ácido linoleico (omega-6) el más destacado.
Ayuda a reducir los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre, lo que puede disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Además, es una excelente fuente de vitamina E, un antioxidante que protege las células del daño oxidativo y apoya la salud de la piel.
Aceite de soya: es rico en ácidos grasos omega-3 y omega-6, esenciales para la salud cardiovascular y el funcionamiento celular. Puede ser útil en planes de control de peso debido a su capacidad para promover la saciedad y mejorar el metabolismo
Aceite de canola: tiene uno de los contenidos más bajos de grasas saturadas entre los aceites comestibles. Proporciona una buena cantidad de vitamina E, un antioxidante que ayuda a proteger el cuerpo de los radicales libres.
Aceites Animales
Estos aceites se derivan de animales y se utilizan tanto para consumo humano como para otros fines.
Mantequilla: Derivada de la leche, es rica en grasas saturadas y puede aumentar el colesterol. No obstante, también la integran vitaminas como la: A, D, E, B12 y K2, siendo una excelente fuente de vitamina A14. Además aporta minerales como calcio, yodo y selenio
Manteca de cerdo: es altamente calórica, con aproximadamente 896 kcal por cada 100 gramos. Aunque su contenido de minerales y vitaminas es bajo, contiene pequeñas cantidades de calcio y fósforo lo que ayuda en el fortalecimiento de los huesos.