
En medio del brote de sarampión que afecta a Texas, donde se han reportado al menos 146 menores contagiados y un fallecimiento, resurgió una práctica alarmante: las “fiestas de sarampión”, donde algunos padres están organizando reuniones para que sus hijos se expongan deliberadamente al virus con la intención de desarrollar inmunidad natural.
Ante el aumento de casos, se anunció el refuerzo de vacunas en Texas para fortalecer la inmunidad colectiva. Sin embargo, la desinformación sigue impulsando este tipo de reuniones, poniendo en riesgo a niños y adultos.
???? AVISO PREVENTIVO DE VIAJE: BROTE DE SARAMPIÓN EN TEXAS, EE. UU. ????
— Vacunologia (@vacunologia) February 28, 2025
El Comité Nacional para la Vigilancia Epidemiológica (CONAVE) y el Sistema de Vigilancia Epidemiológica han emitido un aviso preventivo debido a un brote activo de sarampión en Texas, Estados Unidos. pic.twitter.com/H4xbZy3Ebm
Las “fiestas de contagio” no son nuevas. Se popularizaron en el pasado con enfermedades como la varicela y, más recientemente, con el COVID-19.
En los años previos a la vacuna contra la varicela (introducida en 1995), algunos padres creían que exponer a sus hijos a la enfermedad era una estrategia eficaz para generar inmunidad. Sin embargo, con el tiempo, la comunidad médica demostró que este método podía derivar en complicaciones graves como neumonía, encefalitis e infecciones severas.
En tanto, durante la pandemia de COVID-19, surgieron “fiestas COVID”, donde personas sanas se contagiaban intencionalmente, creyendo que esto les otorgaría inmunidad duradera.
El caso del sarampión, COVID-19 y otras enfermedades
En el caso del sarampión y el COVID-19, estas fiestas son particularmente peligrosas. El sarampión, por ejemplo, puede causar complicaciones graves como encefalitis, sordera y muerte, especialmente en niños pequeños y personas con sistemas inmunológicos comprometidos. El COVID-19 también ha demostrado ser altamente contagioso y, en su momento de auge, potencialmente mortal, con efectos a largo plazo en la salud que aún se están investigando.
En tanto, esto también se relaciona con las paperas, que pueden causar sordera y, en adultos, inflamación testicular que lleva a infertilidad.
Exponer a los niños a enfermedades como el sarampión aumenta el riesgo de desarrollar complicaciones graves, especialmente en aquellos con condiciones médicas preexistentes. Esto puede incluir problemas respiratorios, cardíacos, neurológicos y otros que pueden afectar la calidad de vida del niño.
Además, estas reuniones pueden acelerar la propagación de enfermedades altamente contagiosas, lo que puede llevar a brotes más amplios y prolongados. Esto no solo afecta a los participantes, sino también a la comunidad en general, incluyendo a personas vulnerables que no pueden vacunarse.
En tanto, al promover la exposición intencional a enfermedades, se socava el esfuerzo de salud pública para controlar y prevenir brotes a través de la vacunación y otras medidas preventivas.
Y finalmente, sin olvidar que estas prácticas pueden perpetuar la desinformación sobre la seguridad y eficacia de las vacunas, lo que puede tener consecuencias a largo plazo en la salud pública y la confianza en la medicina preventiva. La desinformación puede llevar a una menor adopción de prácticas de salud recomendadas, aumentando el riesgo de brotes y complicaciones graves.