En un mundo en que las tendencias cambian a una velocidad impredecible, la industria del fast fashion ha encontrado un mercado sólido en los jóvenes. Sin embargo, cada vez más voces se alzan en contra de este modelo de producción y consumo, por sus efectos negativos en el medioambiente y la economía.
¿Qué es el Fast Fashion?
El fast fashion, o moda rápida, se refiere a la producción masiva de ropa a precios bajos, diseñada para ser consumida rápidamente y descartada con igual velocidad. Este modelo de negocio se centra en mantenerse al día con las últimas tendencias, lo que lleva a una rotación constante de colecciones y a un consumo excesivo de recursos naturales.
Actualmente, se estima que al año se producen 100,000 millones de prendas, de las cuales el 73% termina en un vertedero. Además, las prendas de fast fashion suelen usarse menos de cinco veces antes de ser descartadas, generando un aumento del 400% en las emisiones de carbono comparadas con la ropa tradicional.
En México, muchas jóvenes reconocen el problema, pero aun así continúan comprando ropa de marcas de moda rápida como Shein y Temu. ¿Cómo enfrentan este dilema?, en entrevista con distintas jóvenes manifestaron su opinión al tema.
Joselin, una de las jóvenes entrevistadas, expresó su postura de manera clara: "No sabría decirte, no soy tanto de consumir en fast fashion, pero siento que es una problemática porque las personas consumen más prendas, es como 'consumismo'".
Denisse, otra entrevistada, afirmó que el fast fashion va en contra de principios importantes, como la sostenibilidad y la estabilidad económica, pero admitió que sigue comprando, aunque trata de hacerlo lo menos posible. "Es una moda que va en contra de muchos principios, pero principalmente afecta al medioambiente y a la economía", señaló.
Fernanda, por su parte, reconoció que la accesibilidad es una de las principales razones por las que sigue consumiendo fast fashion. "Sí lo consumo por su accesibilidad, pero considero que deberíamos bajar el consumo", comentó. Aunque compra en plataformas como Temu, mencionó que la calidad de las prendas varía: "Algunas veces es buena, algunas lo contrario".
El mismo patrón se repite en otra de las entrevistadas, quien afirmó que consume productos de Shein, a pesar de ser consciente de los efectos negativos a largo plazo. "Siento que está mal, pero sí lo consumo en Shein. La calidad a veces es buena, a veces no tanto". Además, reconoció que el modelo actual debería cambiar debido a su impacto ambiental, aunque no supo proponer una solución concreta. "No sé qué podríamos hacer para cambiar eso", admitió.
Una entrevistada más destacó que el fast fashion es una de las principales causas del deterioro del planeta, pero sigue comprando. No obstante, mencionó que si la situación sigue empeorando, preferiría consumir productos locales.
Finalmente, otra entrevistada mencionó que la manufactura masiva provoca un consumismo desmedido y una baja calidad en las prendas. "Al estar manufacturados de manera masiva provocan consumismo, por ello las prendas son bajas en calidad al no invertir en eficiencia de los insumos".
Además, resaltó la contaminación generada por la producción y la explotación de la mano de obra. "Se dice que hay contaminación al producir y además en la mano de obra al crearla también es otro tema a considerar". Concluyó: "hay que entender que el fast fashion es el modelo de las grandes empresas" pero, aunque es consciente del daño, sigue consumiendo porque "las tendencias cambian muy rápido".
En conclusión, el fast fashion representa un dilema para las jóvenes mexicanas: aunque muchas son conscientes del impacto ambiental y social de esta industria, la accesibilidad y los precios bajos siguen pesando más en sus decisiones de compra. A lo largo de las entrevistas, quedó claro que el consumismo impulsado por tendencias efímeras y redes sociales dificulta una transición hacia un consumo más responsable.
A pesar de los intentos individuales por reducir el consumo de moda rápida, la falta de alternativas accesibles y el poder de las grandes marcas mantienen vigente este modelo. Sin embargo, el creciente interés en la sostenibilidad y el consumo local podría marcar un cambio en los hábitos de compra a futuro.