En la era digital, las redes sociales se han convertido en una plataforma para compartir experiencias, momentos familiares y recuerdos. Sin embargo, una tendencia que ha crecido exponencialmente es el "sharenting", término utilizado para describir la práctica de padres y cuidadores que publican fotos de sus hijos en plataformas como Instagram, Facebook o TikTok, y que precisamente deriva de dos palabras: share (compartir) y parenting (paternidad). Aunque muchos lo ven como algo inofensivo, los expertos alertan sobre los peligros que esta práctica puede traer consigo, tanto para la seguridad como para la privacidad de los menores.
La pérdida de control y la exposición a riesgos
Cada vez que se publica una imagen de un niño en internet, se pierde el control total sobre ella. Según estudios de organizaciones como Educo, aunque los padres pueden borrar una foto de sus redes sociales, esta sigue existiendo en otros lugares, donde puede ser descargada, modificada o compartida sin su consentimiento. "Las imágenes pueden ser utilizadas con fines maliciosos, como la creación de contenido inapropiado o ser distribuidas en redes de pedofilia", alerta la organización.
Esto representa una vulnerabilidad importante para los menores, quienes a menudo no tienen la capacidad para comprender las implicaciones a largo plazo de una imagen compartida sin su permiso. Las consecuencias pueden ser graves, desde el acoso hasta situaciones mucho más extremas.
Publicar una foto de un niño puede no solo revelar su rostro, sino también detalles privados sobre su ubicación, su hogar o incluso su escuela. Esto pone en peligro su seguridad, ya que los ciberdelincuentes pueden obtener pistas sobre rutinas diarias o lugares frecuentados. Esta información puede ser utilizada para planear un secuestro o acercarse al niño con malas intenciones.
Según un informe publicado en el portal Infobae, el riesgo de ser objeto de acoso o stalking aumenta cuando los menores son visibles en plataformas públicas, especialmente si las fotos no están restringidas a un círculo privado.
Además de los peligros inherentes a la seguridad y privacidad, publicar fotos de menores puede acarrear consecuencias legales. En muchos países, las leyes de protección de datos personales exigen que se obtenga el consentimiento de la persona antes de que su imagen sea compartida públicamente. En el caso de los niños, este consentimiento debe ser otorgado por los padres, pero, a medida que los menores crecen, algunos expertos abogan por la necesidad de consultar también al propio niño sobre si está de acuerdo con la exposición pública de su imagen.
En Argentina, por ejemplo, el gobierno ha lanzado campañas para educar a los padres sobre el derecho del niño a decidir sobre su imagen, explicando que compartir fotos sin su consentimiento puede vulnerar su derecho a la privacidad.
¿Qué pueden hacer los padres para proteger a sus hijos?
Los expertos coinciden en que la conciencia es el primer paso hacia una protección adecuada. Aquí algunas recomendaciones para evitar riesgos innecesarios:
- Evaluar la necesidad de compartir: antes de publicar, los padres deben preguntarse si realmente es necesario hacerlo y si es adecuado en ese momento de la vida del niño.
- Ajustar la privacidad de las redes sociales: las plataformas como Instagram y Facebook ofrecen configuraciones de privacidad que permiten limitar la audiencia. Esta es una herramienta vital para proteger la imagen del niño.
- Dialogar con los menores: a medida que los niños crecen, es importante consultarles y pedirles permiso antes de compartir una imagen. Si el menor se siente incómodo con la exposición, sus deseos deben ser respetados.
- Usar plataformas privadas: en lugar de publicar fotos en redes sociales públicas, los padres pueden optar por compartirlas en grupos privados con amigos y familiares cercanos.
En conclusión, aunque compartir fotografías de nuestros hijos en redes sociales puede parecer una forma inofensiva de mostrar al mundo su crecimiento, es importante que los padres estén informados sobre los riesgos asociados con la exposición digital de los menores. La protección de su privacidad y seguridad debe ser una prioridad, especialmente en un mundo donde lo digital y lo físico se cruzan cada vez más.