Durante su campaña, el próximo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, insistió en la necesidad de tomar medidas más drásticas contra los cárteles de la droga en México, al considerarlos una amenaza por el tema del fentanilo. Aunque sus promesas de enviar tropas para su eliminación fueron interpretadas como retóricas, la posibilidad de que un presidente estadounidense repitiera este tipo de intervención militar, similar a lo ocurrido en Panamá en 1989, genera preguntas sobre las consecuencias políticas, sociales y militares de un escenario tan complejo. ¿Qué sucedería si Estados Unidos decidiera aplicar este enfoque para enfrentar al narcotráfico mexicano?
El Caso de Panamá: la Invasión de 1989
La invasión de Panamá por parte de Estados Unidos en diciembre de 1989, denominada "Operación Causa Justa", fue un evento que sacudió tanto a América Latina como a la comunidad internacional. La operación tenía como objetivo derrocar al entonces presidente Manuel Antonio Noriega, quien no solo estaba acusado de estar involucrado en el narcotráfico, sino también de ser un dictador autoritario. La intervención fue justificada por Estados Unidos con argumentos relacionados con la protección de los ciudadanos estadounidenses, la defensa de la democracia y la lucha contra el narcotráfico.
En ese contexto, más de 27,000 soldados estadounidenses invadieron Panamá, enfrentándose a las fuerzas del gobierno panameño y a un saldo de cientos de muertos. La operación terminó con la captura de Noriega, quien fue llevado a Estados Unidos y condenado por narcotráfico y otros crímenes. Sin embargo, la invasión dejó una huella profunda en la región, que todavía hoy es recordada como un ejemplo de intervención militar de un poder externo en los asuntos internos de un país soberano.
Si Estados Unidos decidiera invadir México con el objetivo de eliminar a los cárteles de la droga, se estaría dando un paso peligroso en la geopolítica. México es un aliado estratégico de Estados Unidos en América Latina, y una intervención militar directa pondría en riesgo esa relación y la estabilidad de toda la región.
Respuesta internacional. La soberanía nacional de México, protegida por la Carta de las Naciones Unidas, sería un argumento clave para resistir cualquier acción militar extranjera. De hecho, cualquier incursión militar por parte de Estados Unidos en territorio mexicano sería rechazada enérgicamente por la comunidad internacional, que podría considerar la intervención como una violación de las normas internacionales.
En el terreno político, una intervención militar de Estados Unidos podría causar una fuerte reacción nacionalista. Desde el gobierno mexicano hasta la población civil, muchos verían este tipo de acción como una violación directa de la soberanía del país, lo que podría desatar una crisis política interna. Además, las protestas, los disturbios y un posible incremento en las tensiones sociales serían inevitables.
A pesar de la presencia militar estadounidense, la cuestión del narcotráfico no podría resolverse de manera tan sencilla. México tendría que hacer frente a una situación de guerra civil o guerrilla si las fuerzas estadounidenses y los narcotraficantes entraran en un conflicto directo. Los cárteles, al ser una red de poder con una gran influencia sobre ciertas áreas del país, podrían responder a la intervención con violencia armada, lo que desestabilizaría aún más la región. El costo humano y material sería incalculable, especialmente en ciudades fronterizas y en áreas dominadas por el crimen organizado.
En conclusión, aunque la lucha contra el narcotráfico sigue siendo una prioridad para ambos países, un enfoque militar directo podría tener repercusiones mucho más profundas, afectando la relación bilateral, desestabilizando la región e intensificando las tensiones internas dentro de México.