Los microplásticos, y otras partículas de origen humano, están muy extendidos en los mariscos que comemos y podrían estar perjudicando nuestra salud, indica una investigación del Laboratorio de Ecología Costera Aplicada de la Universidad Estatal de Portland (PSU por sus siglas en inglés).
"Si desechamos productos que liberan microplásticos, estos llegan al medio ambiente y son absorbidos por lo que comemos", afirmó en un comunicado la autora del estudio, la profesora Elise Granek, científica medioambiental de la PSU.
Los microplásticos son trozos de plástico, de menos de 5,08 milímetros de longitud, que se desprenden de los trozos más grandes a medida que se degradan. Estos materiales han sido vinculados con sustancias químicas que pueden alterar nuestras hormonas y aumentar el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer.
Los investigadores descubrieron que trozos más pequeños de plástico, conocidos como nanoplásticos, pueden introducirse en nuestras células e interactuar con nuestras mitocondrias y ADN, aumentando aún más el riesgo de algunos tipos de cáncer.
Los académicos de la PSU en este estudio se centraron no solo en los microplásticos, sino también en partículas antropogénicas, o sea, otros materiales fabricados o modificados por el hombre que también afectan a los animales marinos, más exactamente al pez roca negro, al bacalao marino, al salmón chinook, al arenque del Pacífico, a la lamprea del Pacífico y a la gamba rosada: todas ellas especies marinas importantes en estado de Oregón.
En el estudio se compararon los efectos del lugar que ocupaban las especies en la cadena alimentaria y de dónde procedía el marisco, si directamente de un barco pesquero o de una tienda. De 182 muestras de mariscos, 180 estaban contaminadas con partículas antropogénicas. En total, se encontraron 1.806 trozos de estas partículas en las muestras.
Las fibras de ropa sintética constituían el 82% de las partículas que encontraron, el 17% eran fragmentos de microplásticos y el 0,7% procedían de películas.
Garnek añadió que los animales pequeños, como los arenques, están ingiriendo alimentos más pequeños como el zooplancton, y en la zona del zooplancton es donde hay más concentración de partículas antropogénicas.
El equipo trabaja ahora en un nuevo proyecto que se centrará en formas de solucionar esta situación.