Lo que solía ser una condición típica de adultos mayores ahora preocupa cada vez más a médicos y familias, ya que los cálculos renales están afectando a un número creciente de niños en Estados Unidos. Annabelle Pleskoff tuvo su primer episodio a los 15 años, y se convirtió en un ejemplo de esta alarmante tendencia, pues a lo largo de una década sufrió más de 30 cálculos renales, una situación que demuestra el cambio drástico en el perfil de quienes padecen esta enfermedad.
Según Zachary V. Zuniga, urólogo pediátrico del Texas Children’s Hospital, los cálculos renales en niños ya no son una rareza. "Vemos casos todos los días", aseguró el médico, y destacó que muchos pacientes pediátricos requieren hospitalización, tratamientos con antibióticos y, en ocasiones, intervenciones quirúrgicas.
El aumento de casos es notable, pues un estudio de 2016 publicado en el Clinical Journal of the American Society of Nephrology reveló que la incidencia de cálculos renales en adolescentes de 15 a 19 años en Carolina del Sur creció 28 % en niñas y 23 % en niños entre 1997 y 2012. Este incremento no solo genera preocupación médica, sino también sobre el impacto económico que tendría.
Los expertos señalaron que la dieta podría ser uno de los principales responsables de esta problemática, ya que el alto consumo de sodio, presente en alimentos ultraprocesados y comida rápida, desempeña un papel crucial. John S. Wiener, urólogo pediátrico de Duke Health, explica que el exceso de sal aumenta el calcio en la orina, lo que eleva el riesgo de desarrollar cálculos. Actualmente, más del 90 % de los niños de 6 a 18 años consume cantidades de sodio muy por encima de las recomendaciones diarias.
Aunque la dieta es clave en la prevención, los expertos advirtieron que su control puede generar consecuencias sicológicas. Annabelle Pleskoff, tras seguir un régimen bajo en sodio y oxalato para prevenir nuevos cálculos, desarrolló anorexia debido a la presión de mantener estrictas restricciones alimenticias.
El tratamiento para los cálculos renales varía dependiendo de su gravedad, y va desde medicamentos para facilitar su expulsión natural hasta procedimientos como la litotricia por ondas de choque; sin embargo, la prevención sigue siendo el mejor enfoque. Hábitos como aumentar el consumo de agua y reducir la sal en la dieta son esenciales, aunque las políticas escolares a menudo dificultan estas medidas.
"Escribo muchas cartas a las escuelas para que los niños con riesgo de cálculos puedan llevar botellas de agua y tengan acceso a baños", comentó David J. Sas, nefrólogo pediátrico de la Clínica Mayo, quien señaló que muchos niños no tienen acceso suficiente al agua potable en las escuelas, un factor que podría contribuir al problema.