El 13 de febrero de 1997, el Tokio Express, un carguero gigante que transportaba mercancías de Rotterdam a Nueva York, fue golpeado por una ola gigantesca de casi 9 metros en el Atlántico, descrita por su capitán como un evento que “ocurre una vez cada 100 años”. El impacto hizo que el buque perdiera 62 contenedores, uno de los cuales contenía casi 5 millones de piezas de Lego, y más de 3 millones de ellos flotaron en el océano, desencadenando un fenómeno único en la historia marítima.
Este incidente es conocido como el “Gran Derrame de Lego” y sigue vigente más de 25 años después, ya que las piezas aún aparecen en playas del Reino Unido, principalmente en Cornwall y South Devon. Entre las piezas flotantes había elementos temáticos del océano, como pulpos, tiburones, ballenas y equipos de buceo, lo que ironizó este desastre ambiental. Sin embargo, los tiburones, al ser más pesados, probablemente se hundieron en el fondo marino, convirtiéndose en una preocupación ambiental a largo plazo.
Another Lego dragon has escaped the clutches of the ocean. It was discovered today by 14-year-old Liutauras among swathes of kelp washed ashore on the coast of south-east Cornwall. This is the second Lego dragon that Liutauras has found and one of 33,427 black Lego dragons lost… pic.twitter.com/BVmcr6ssjo
— Lego Lost At Sea (@LegoLostAtSea) November 30, 2024
El derrame se convirtió en un símbolo tanto de la problemática de los desechos plásticos como de la creatividad humana. Tracey Williams, una activista de Cornwall, comenzó a recolectar piezas tras el accidente y ahora lidera la iniciativa “Lego Lost at Sea”, que documenta los hallazgos en redes sociales. Este proyecto incluso inspiró la publicación de un libro, “Adrift: The Curious Tale of Lego Lost at Sea”, que explora el impacto global del desastre.
A lo largo de los años, las piezas recuperadas se convirtieron en un caso de estudio sobre la persistencia de los plásticos en el ambiente marino. Un análisis publicado en Environmental Pollution en 2020 reveló que estos Legos podrían tardar hasta 1,300 años en descomponerse. Además, según el doctor Andrew Turner de la Universidad de Plymouth, las piezas que se hundieron representan un problema aún mayor, ya que son prácticamente imposibles de recuperar y podrían quedarse en el fondo marino durante siglos.
My son was five and knee-high to a grasshopper when he first found a Lego flipper from the spill. Nearly 28 years on and he's just found another - one of 242,000 blue Lego flippers lost overboard from the Tokio Express in 1997. pic.twitter.com/mx3jWH4TjB
— Lego Lost At Sea (@LegoLostAtSea) November 28, 2024
Este desastre también llevó a la empresa LEGO a reflexionar sobre su impacto ambiental, y como respuesta, comenzó la fabricación de piezas con materiales más sostenibles como el polietileno derivado de la caña de azúcar, con el objetivo de reducir su huella de carbono y alinearse con la creciente presión global por prácticas más ecológicas.
El “Gran Derrame de Lego” no solo es una muestra de la contaminación plástica en los océanos, donde cada año se vierten al menos 14 millones de toneladas, sino que también es una oportunidad para concientizar y actuar. Las piezas que siguen apareciendo en las costas del Reino Unido no solo son vestigios de un accidente marítimo, sino también un recordatorio de la urgencia de hallar soluciones sostenibles y proteger los ecosistemas marinos.
13-year-old Liutauras made headlines earlier this year when he found one of the much sought after Lego octopuses from the Great Lego Spill of 1997. At the time, he said his next goal was to find one of the 33,941 Lego dragons lost overboard from the Tokio Express at the same… pic.twitter.com/IoNxqciHjp
— Lego Lost At Sea (@LegoLostAtSea) August 7, 2024