Con el fin de mantener la seguridad y eficiencia del Tren Maya, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) clasificó al jaguar, al venado y al tapir como fauna nociva para las operaciones ferroviarias.
Estas especies, clasificadas como endémicas y en peligro de extinción, podrán ser ahuyentadas, capturadas, removidas e incluso sacrificadas, si se encuentran en las cercanías de esta obra por Susoma Soluciones Ambientales S. de R.L. de C.V., empresa por la cual el gobierno federal pagó más de 9 millones de pesos.
???? Tren Maya, S. A. de C.V., pagó un total de 9 millones 106 mil 290 pesos por el servicio de manejo de fauna nociva para las operaciones ferroviarias con el objetivo de ahuyentarlas, capturarlas, removerlas de las cercanías del tren e incluso sacrificarlas. pic.twitter.com/QtVF5o8IH8
— El Universal (@El_Universal_Mx) December 1, 2024
Sin embargo, la Norma Oficial Mexicana (NOM) 032-SSA2-2010 define como fauna nociva a los animales, ya sean domésticos o silvestres, que pueden ser reservorios de agentes causales de enfermedades o de vectores. El propio gobierno federal señala que la fauna nociva es un animal que puede dañar al ser humano y que, en circunstancias favorables, puede aumentar en número y convertirse en una plaga como perros y gatos ferales, perros callejeros, ratas y ratones, cucarachas, moscas, mosquitos, alacranes, hormigas, avispas y algunos murciélagos y moluscos terrestres.
Es decir, que ahora el gobierno federal y la Sedena, con tal de darle funcionalidad a este megaproyecto planeado en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, acomoda las leyes a su favor sin importar sobre quién se tenga que pasar. Y como ejemplo, tenemos al jaguar, catalogado como el felino de mayor tamaño y endémico del continente americano. Su distribución geográfica histórica abarca desde el sur de los Estados Unidos hasta el norte de Argentina y está considerado en peligro de extinción en la NOM 059-SEMARNAT-2010.
Esto significa que existe una norma de la cual las autoridades tienen conocimiento; sin embargo, no ha sido tomada en cuenta y poco importa el impacto que provocan sus decisiones. Esto, sin duda, pone en evidencia que esta acción es una más de una serie de atropellos que se han cometido en contra del ecosistema de esta zona de la República.
Vas y talas árboles para poner el Tren Maya y luego le cierras el paso a la fauna y no solo eso, la declaras nociva, a esos bellos animales que viven ahí y son parte de ese ecosistema. Pero niegas el ecocidio… pic.twitter.com/MgSvFLwff0
— Marco Martínez Garcí (@dontomini) December 1, 2024
Tan sólo en 2023, la organización Greenpeace denunció la tala de 10 millones de árboles, sin Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), de daños a sistemas de agua dulce del país, así como la afectación a la Selva Maya. Asimismo, alertaba desde entonces la amenaza que representaba el paso del tren a la salud de las poblaciones de jaguares, además de la fragmentación de la selva como la Reserva de la Biosfera de Calakmul en Campeche.
Por su parte, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental indicó que el megaproyecto contemplaba la deforestación de 2,500 hectáreas de selvas húmedas y secas, afectación a la orientación de murciélagos con la generación de ruido, el desabasto de agua en Calakmul, así como impacto en áreas protegidas. Además de la pérdida de hábitat, fragmentación, atropellamiento y bloqueos de paso de fauna.
La asociación "Sálvame del tren" publicó fotos y vídeos en los cuales mostraba perforaciones de cuevas en Quintana Roo, contaminación del manto acuífero y relleno de estos sistemas con cemento que se filtraban en la superficie.
???? Integrantes del colectivo Sálvame El Tren protestan afuera de Palacio Nacional
— El Universal (@El_Universal_Mx) February 20, 2024
Dicen que la construcción del Tramo 5 del Tren Maya está dañando los cenotes y cuevas
Video: Pedro Viña y Caña-EL UNIVERSAL pic.twitter.com/nc0jqFslTm
Asimismo, la cartografía ejecutada por la organización CartoCrítica, mostraba que en 87 % de las tierras deforestadas por el Tren Maya, el desmonte o tala se llevó a cabo sin contar con una autorización de cambio de uso de suelo forestal, como lo ordena la legislación ambiental.
Y así, más organizaciones ambientalistas se han manifestado en contra de las acciones que atentan contra la naturaleza de la región; no obstante, las autoridades han hecho caso omiso y han buscado la forma de echar abajo estas manifestaciones o, en su defecto, callar ante ellas.