La COP29 llegó a su fin el 23 de noviembre con un final agridulce. La conferencia debió haber terminado el viernes 22 de noviembre, pero los desacuerdos entre los casi doscientos países en cuanto a la cifra final retrasaron la conclusión veinticuatro horas. Finalmente, se firmó un acuerdo sobre financiación climática que ayudaría a los países pobres a enfrentar el cambio climático. Sin embargo, el documento deja muchas incógnitas sobre cómo se implementará.
Bajo la sombra de la elección del nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, un escéptico del cambio climático, y la retirada de gobiernos que siguen la misma línea, como el del gobierno argentino de Javier Milei, la COP29 se desarrolló con cierta tensión entre los representantes de casi todos los países del mundo, quienes buscaban llegar a un acuerdo financiero. Luego de varios borradores, se logró llegar a un acuerdo, no sin una serie de polémicas.
Horas antes, un grupo de delegados representantes de los países más pobres del mundo abandonaron la sala. A pesar de que a nadie le importó demasiado, la unidad de estos Estados sorprendió a muchos y tuvo su efecto en las negociaciones que estuvieron a punto de saltar por los aires.
De todas formas, luego de varios aplazamientos, se aprobó un acuerdo sobre financiación climática. El texto obliga a los países desarrollados a pagar trescientos mil millones de euros al año en financiación climática de aquí a 2035. Sin embargo, el documento no resuelve de dónde saldrá el dinero, por lo que se estima que la ambigüedad puede ser intencional.
Las aclaraciones llegarán con la hoja de ruta bautizada "Hoja de ruta de Bakú a Belém hacia el 1.3T" que caerá en las manos de los representantes en la COP30 en Brasil. Por lo tanto, existe la voluntad de aclarar las dudas sobre la fuente del financiamiento.
Aun así, el texto final no cubrió varias cuestiones que se vienen arrastrando hace años como la situación de las islas pequeñas que enfrentan la progresiva elevación del agua. Además, China, que desde hace tiempo es uno de los países más responsable de las emisiones a nivel global, todavía es considerado un país en desarrollo, un estatus que no parece querer cambiar ya que de esta forma su contribución es voluntaria.
En la vigésima novena edición de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se logró lo que la capacidad de la cumbre le permitió, aun así, muchos se fueron inconformes por el alto grado de ambigüedad en el acuerdo y las sospechas de intenciones arbitrarias por parte de varios actores. De todas formas, la COP29 pudo articular los grupos de presión y las multinacionales, dándole a las empresas mayor protagonismo. Bakú fue la oportunidad para reflexionar acerca del papel que cumplen todos los actores que pueden ayudar a contrarrestar la crisis climática en un entorno geopolítico cada vez más heterogéneo. (NotiPress)