En febrero de 1965, Karen Rafteseth Dokken dio a luz a su primera hija en un hospital de Noruega, y tras una semana, finalmente pudo retirarse con su bebé Mona en brazos. Sin embargo, con el tiempo, los rasgos físicos de la niña, como sus rizos oscuros, sembraron la duda en Karen, pensando que probablemente eran características que venían de la familia de su esposo.
Casi 60 años después, la madre descubrió que en realidad no era su hija biológica, por lo que ahora Karen, Mona y su verdadera hija, llamada Linda Risvik Gotaas, iniciaron un proceso penal ante el Tribunal de Distrito de Oslo en contra del Estado y el municipio de Herøy.
En la demanda se argumenta que se violó su derecho a una vida familiar, asegurando que las autoridades se dieron cuenta del error en los años 80, pero decidieron ocultarlo, decisión que privó a las tres mujeres de conocer a su verdadera familia biológica, afectando sus vidas e identidad.
“Fue absolutamente increíble, nunca se me había pasado por la cabeza que Mona no fuera mi hija. Por supuesto, fue muy estresante”, confesó Karen ante el tribunal.
Karen Rafteseth Dokken lämnade förlossningsavdelningen med en nyfödd flicka i norska Sunnmøre 1965. Men barnet var inte hennes. https://t.co/YJ4AUSDK2Z pic.twitter.com/41cMcKCs5e
— Dagens Nyheter (@dagensnyheter) November 12, 2024
Por su parte, Mona afirmó que desde pequeña sintió que no encajaba con su familia, incluso llegó a preguntar si era adoptada durante su adolescencia, y este descubrimiento trajo muchas respuestas, tanto para ella como para Karen. Sin embargo, también trajo sentimientos de pérdida.
Linda confesó que su vida también estuvo marcada por sentimientos de desconexión que no podía explicar, ya que su apariencia física y su manera de ser eran diferentes a las de sus familiares.
El intercambio de bebés pasó desapercibido, hasta que en 1981, cuando Linda tenía 16 años y estaba por mudarse a Tanzania con su familia, un análisis de sangre determinó que no guardaba ningún parentesco biológico con la mujer que la había criado. Al conocer los resultados, se dirigió a las autoridades locales, quienes pusieron trabas en el proceso de investigación.
No fue hasta 1985, luego de diferentes gestiones administrativas, que le informaron que las autoridades noruegas sabían del error, pero decidieron guardar silencio. Sin embargo, la Dirección de Salud le respondió a Karen que debido a que no existían indicios de que alguna de las personas afectadas viviera en condiciones insatisfactorias sería mejor que dejara el asunto en paz.
No obstante, durante el juicio, tanto los representantes del Estado como del municipio, rechazaron completamente toda responsabilidad en lo sucedido, alegando que en 1965, cuando sucedió el error, el hospital era una institución privada, por lo que el personal de salud pública no tenía facultades para intervenir en el caso.
“La documentación de esa época indica que los funcionarios del gobierno encontraron difícil la evaluación, entre otras cosas porque no estaba claro legalmente qué podían hacer, por lo tanto, en el tribunal argumentaremos que no hay base para la compensación y que las reclamaciones que se están haciendo, en cualquier caso, están prescritas”, aseguró Asgeir Nygaard, abogado del Estado.