Donald Trump será el 47º presidente de los Estados Unidos a partir de enero de 2025. Durante su campaña, el presidente electo propuso desmantelar varias políticas en áreas clave como la inteligencia artificial (IA), cambio climático y salud, una agenda que plantea desafíos tanto para la comunidad científica como para los formuladores de políticas. Aunque Trump cuenta con una base más consolidada en el Partido Republicano, la implementación de sus promesas podría enfrentar obstáculos, según analistas consultados por Nature.
Respecto a la inteligencia artificial, Trump prometió anular la orden ejecutiva de Joe Biden, enfocada en el desarrollo seguro de la IA, que según el Partido Republicano "frena la innovación". De acuerdo a Suresh Venkatasubramanian, director del Centro de Responsabilidad Tecnológica de la Universidad Brown, esta modificación podría relegar la seguridad de la IA a decisiones voluntarias de la industria, un enfoque que considera insuficiente para gestionar riesgos de seguridad pública, privacidad y sesgos algorítmicos. En contraste, Roman Yampolskiy, experto en seguridad de la IA de la Universidad de Louisville, advierte que eliminar regulaciones es una estrategia "peligrosa para la seguridad pública".
En el ámbito climático, el próximo presidente de Estados Unidos propone revocar regulaciones y volver a retirar a Estados Unidos del acuerdo de París de 2015. La Ley de Reducción de la Inflación de 2022, una de las mayores inversiones en energía limpia en la historia de Estados Unidos, podría enfrentar limitaciones, aunque su derogación requeriría del Congreso. Joanna Lewis, directora del Programa de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Georgetown, señala que el control republicano en el Congreso facilitaría estos cambios, aunque las empresas conservadoras que se benefician de la inversión podrían oponerse. David Victor, politólogo de la Universidad de California en San Diego, alerta que los aranceles a productos de China y México propuestos por Trump también podrían afectar la tecnología limpia al elevar costos de producción.
En el área de salud, Trump podría designar a Robert F. Kennedy Jr., conocido por sus posturas controversiales sobre las vacunas, a una posición de alto nivel en el Departamento de Salud y Servicios Humanos. Georges Benjamin, de la Asociación Estadounidense de Salud Pública, expresa preocupación por el posible impacto en la confianza pública en las vacunas y un potencial resurgimiento de enfermedades evitables. Además, Diana Zuckerman, presidenta del Centro Nacional de Investigación en Salud, advierte que la influencia de Kennedy podría desafiar los vínculos entre reguladores de salud y la industria.
Finalmente, es probable que la nueva administración retome políticas de restricción en colaboración científica y visas para estudiantes de países considerados de alto riesgo, principalmente China. Según Caroline Wagner, experta en política científica de la Universidad Estatal de Ohio, las limitaciones en reuniones presenciales podrían afectar colaboraciones científicas internacionales. Denis Simon, del Quincy Institute, sugiere que un pacto de cooperación entre Estados Unidos y China podría concretarse antes de que Donald Trump asuma, en un esfuerzo por mantener las relaciones de investigación con ciertas limitaciones.