Este 8 de noviembre se celebra el Día Mundial sin Wi-Fi con el objetivo de visibilizar los riesgos asociados a su uso y promover alternativas más seguras y saludables para conectarse a internet. La Federación Ambientalista Internacional (FAI) y otros organismos han advertido sobre el impacto de las radiaciones emitidas por el wifi en la salud humana y el medioambiente.
Según este organismo, las ondas de WiFi pueden alterar ritmos biológicos, afectar el estado de ánimo y tener consecuencias en la salud general. Sin embargo, se han llevado a cabo estudios sobre el impacto perjudicial de la salud con resultados no concluyentes.
¿Qué sí y qué no es cierto sobre los riesgos del Wi-Fi a la salud?
Algunos estudios indican que la exposición constante a las radiaciones que emiten las ondas de Wi-Fi puede tener efectos adversos para la salud, especialmente en personas que son más sensibles a estas frecuencias.
Entre estos efectos en la salud asociados a la exposición prolongada a las ondas WiFi, sobresalen:
- La electrosensibilidad, con la que algunas personas experimentan reacciones físicas a la exposición a campos electromagnéticos, conocidas como electrosmog.
- Dolores de cabeza, insomnio y cansancio son síntomas frecuentes en personas electrosensibles.
- Alteraciones emocionales como irritabilidad, cambios de humor e incluso depresión pueden aparecer en personas sensibles a las radiaciones.
Según la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer, las ondas electromagnéticas emitidas podrían ser un posible agente carcinógeno de tipo 2B en humanos, que incluye agentes con alguna evidencia de causar cáncer en humanos. Además, la OMS estima que entre 5 % y 10 % de la población mundial presenta hipersensibilidad a la radiación de las redes inalámbricas, lo que provoca diversas afecciones.
Pero un estudio publicado en Critical Reviews in Environmental Science señala que la radiación peligrosa para la salud de las personas se conoce como radiación ionizante, la cual puede llegar a provocar un desarrollo anormal en las células de las personas. Sin embargo, el estudio revela que no debe haber preocupación, sobre todo porque una red Wi-Fi y todo el espectro radioeléctrico está alejado de esas radiaciones. "Encontramos poca evidencia de que la exposición al Wi-Fi sea un riesgo para la salud en un entorno cotidiano".
Es decir, las ondas Wi-Fi se encontrarían dentro del rango de lo inofensivo por su bajo nivel energético, ya que en la parte más alta del espectro estarían los rayos gama, los rayos X o la luz ultravioleta capaces de causar quemaduras en la piel, afectar al ADN o dar lugar a tumores.
No obstante, las señales Wi-Fi operan en frecuencias de 2,4 GHz o 5 GHz, similares a las que usan, por ejemplo, los microondas, los teléfonos móviles, los dispositivos Bluetooth o la propia luz visible, es decir, radiaciones “no ionizantes” o sin energía suficiente para ionizar los átomos ni causar daño en los tejidos vivos.
Además, la comunidad científica ha señalado que no se ha demostrado alguna vinculación de enfermedades con estos campos electromagnéticos que emiten señales extremadamente débiles, incapaces de "provocar daños celulares", aun y cuando hay muchas voces alarmadas que auguraban una avalancha de tumores en el cerebro.