Con la reciente propuesta de regresar la red ferroviaria en México, pero ahora impulsada con nuevas tecnologías, es inevitable recordar los tiempos en que los trenes de pasajeros eran parte fundamental de la vida cotidiana, no solo en la capital del país, sino también en el estado de Puebla.
Durante décadas, las estaciones de tren no solo conectaron a las personas de la ciudad con otros estados, sino también fueron consideradas como un impulso en el desarrollo económico y mercantil. En la actualidad, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo prometió regresar la conectividad ferroviaria que fuera pionera en su rango en pasadas épocas.
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El ferrocarril de pasajeros en México tuvo su origen en el siglo XIX, específicamente el 4 de julio de 1857, cuando el hito lo marcó la inauguración de la primera ruta de tren de pasajeros que unía a la Ciudad de México con el puerto de Veracruz, atravesando por Puebla, nexo que brindó facilidad en movilidad de mercancía y personal entre puntos clave.
El ferrocarril fue el principal medio de transporte para poblanos y turistas. Los trenes de pasajeros ofrecían una forma cómoda y rápida de viajar, llevando a cabo importantes rutas turísticas que llevaban a los visitantes a las zonas más destacadas de Puebla y sus alrededores.
Ante la llegada de este medio de transporte, el estado albergó cuatro importantes estaciones: la del Ferrocarril Mexicano, Mexicano del Sur, Interoceánico y la llamada Nueva Estación.
La estación del “Ferrocarril Mexicano”, ubicada en la zona que hoy se conoce como el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, era la estación principal, que durante muchos años sirvió como punto de partida para otras rutas hacia el Estado de México, Veracruz y Oaxaca; pero que hoy expone los grandes vestigios de la red ferroviaria.
Otra de ellas, y todavía vigente, es la “Nueva Estación”, la cual se ubica en la zona norte de la capital, pero que opera de manera exclusiva para el transporte de carga. Mientras que, la red Interoceánico, que estaba en la 4 Poniente, es lo que hoy se conoce como el Mercado Venustiano Carranza.
En ese tiempo, operaban además dos líneas locales de menor tamaño: el Ferrocarril Industrial y el Ferrocarril Carbonífero. Este último, destinado únicamente al transporte de mercancías, enlazaba la ciudad de Puebla con San Bernardino Chalchihuapan, una zona donde se llevaban a cabo actividades de explotación forestal.
Sin embargo, con la modernización del transporte en México, el servicio de ferrocarriles para pasajeros comenzó a declinar en la segunda mitad del siglo XX, la creación de autopistas y nuevas opciones de movilidad hicieron que el tren dejara de ser el medio preferido por los poblanos. Por lo que, en 1995, el gobierno federal tomó la decisión de suspender oficialmente el servicio para viajeros.
El regreso de la red ferroviaria de pasajeros a Puebla, respaldado por nuevas tecnologías y ante un nuevo gobierno, promete revolucionar la forma en que las personas se mueven y experimentan la movilidad en el estado. La combinación de modernización, eficiencia y sostenibilidad no solo mejorará la calidad del transporte, sino que también contribuirá al desarrollo económico y social de Puebla en el futuro.