Actualmente, la privacidad se convirtió en un bien valioso y escaso dentro del entorno digital, ya que en la mayoría de cosas que hacemos a través de internet, como usar redes sociales, hacer compras o simplemente navegar en el explorador, deja un rastro de información personal que puede ser utilizada en nuestra contra. Bajo estos términos, la seguridad en internet pasó a ser una prioridad, y aunque algunas estrategias pueden parecer controvertidas, el alterar los datos personales y mentir con ellos se volvió una forma legítima de protegerse ante las amenazas cibernéticas.
Año con año, millones de personas son víctimas de fraudes digitales, desde el robo de identidad hasta ataques por phishing. Ante esta situación, la idea de proporcionar información exacta en los sitios web puede resultar contraproducente.
Según los expertos, si una plataforma no es completamente confiable, es recomendable proporcionar datos falsos o alterados, como fecha de nacimiento incorrecta o el uso de un nombre alternativo, lo que reducirá el riesgo de robo de identidad. De esta manera se podrá evitar que terceros recopilen y utilicen tu información para fines publicitarios o fraudulentos.
Tampoco es prudente revelar datos exactos a través de formularios en internet, ya que muchos de estos recopilan información para venderla a terceros, derivando en fraudes o ataques personalizados. Y aunque la naturaleza de las redes sociales es compartir información personal, detalles como la ubicación o los gustos personales, facilitan a los delincuentes la creación de perfiles falsos con detalles de la víctima.
Si bien la honestidad es un valor en la vida cotidiana, en el mundo digital puede ser aceptable reevaluar hasta qué punto es conveniente compartir datos reales. En ocasiones, mentir no es un acto mal intencionado, sino una estrategia legítima para protegerse en un entorno cada vez más amenazante como lo es internet.
