Transcurrió el primer año de la sangrienta incursión militar de Hamas (Movimiento de Resistencia Islámica en Palestina) en territorio israelí para masacrar a los participantes en un concierto con el fatídico saldo de más de 1 200 muertos y 250 rehenes, el 7 de octubre de 2023, misma que el primer ministro Benjamin Netanyahu utiliza para mantenerse en el cargo, distraer la atención sobre las graves acusaciones de corrupción, emprender una limpieza étnica, cancelar el futuro a corto y mediano plazos de Palestina y mantener “una guerra por su existencia, la guerra de la resurrección. Así me gustaría llamarla oficialmente”, jura el criminal de guerra, de acuerdo con dependencias de la ONU.
“Resurrección” que se emprende con la ocupación de territorios de Palestina desde 1967 sino es que desde la fundación de Israel el 14 de mayo de 1948, cuando David Ben-Gurión declara la independencia del nuevo Estado de Israel, en tierras palestinas, por imposición imperial de Gran Bretaña y Estados Unidos.
La “resurrección” de los neofascistas que gobiernan desde Tel Aviv ya cobró 38 veces más vidas humanas, la mayoría de inocentes, que las perdidas hace un año y que suman 42 000 personas –de ellas más de 16 500 son niños– y orillado a la hambruna a más de 2 millones, la mitad de ellas son niños que no tienen adonde huir o esconderse.
De acuerdo con diversas fuentes extranjeras, periodísticas, académicas y de ONG, Israel devastó la mayor parte del territorio, dejando destruidos barrios enteros y despobló el norte del enclave, la ciudad de Gaza incluida; destrozó el sistema de salud, la infraestructura civil, escuelas, universidades, bibliotecas, museos e iglesias, además de que profanó cementerios. Borrar a los palestinos pareciera la meta del neofascismo israelita.
Ya no es un secreto que el genocidio de Israel en Gaza es armado, financiado y protegido diplomáticamente por el gobierno de Joseph Biden, “en violación de su propia ley, del derecho internacional y en contra de la opinión de la mayoría de los estadunidenses”. Y el “respaldo incondicional de Biden al gobierno de extrema derecha de Israel y su campaña en Gaza envalentona a Netanyahu”, dando lugar a una espiral de ataques masivos en Líbano, lo que amenaza con “provocar una gran conflagración en la región”.
Limitémonos a la Franja por razones de espacio. Diariamente 115 personas perecieron en Gaza por la guerra –que muchos denominan genocidio, incluidos decenas de jefes de Estado, cinco personas cada hora–, en los primeros 11 meses.
Cuando menos suman 96 000 los gazatíes heridos, según el Ministerio de Salud de Gaza, muchos con lesiones graves. Y cada día 10 niños perdieron extremidades, estimó en enero pasado Save The Children.
En sólo un año, el 6% de la población de la martirizada Gaza murió o se encuentra herida, según la Organización Mundial de la Salud. Y 10 000 personas permanecen bajo los escombros, según el Ministerio de Salud gazatí, aunque Oxfam publicó un informe el 1º de octubre que muestra que casi 20 000 personas todavía no son “identificadas, están desaparecidas o sepultadas bajo los escombros”. Y para France 24 diariamente murieron 115 personas en Gaza, cinco cada hora.
La situación humanitaria en Gaza alcanzó niveles alarmantes. En mayo, la ONU afirmó que el enclave se encontraba en una “emergencia sin precedente”. De acuerdo con el análisis del IPC (Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria), 96% de la población está hoy al borde de la hambruna.
El infierno en la Tierra se llama Gaza.
Acuse de recibo
Los que deciden en el programa semanal Operación Mamut tardaron años para hacer una muy ligera crítica al expresidente Andrés Manuel por “sus clases de historia de dos horas” y a la presidenta Claudia por su concisión en las respuestas a los colegas que cubren la mañanera. Esperemos que no tarden años en ejercer la crítica sana que tanta falta hace a la 4T… Los Años Heridos es una interesante miniserie televisiva basada en el libro del mismo nombre más: Historia de la guerrilla en México 1968-1985, de Fritz Glockner, también productor de aquella. Vale la pena verla, está muy bien hecha aunque persiste en el enfoque de los abundantes panegíricos, la visión maniquea y la ausencia de autocrítica. La joven actriz principal siempre está perfectamente maquillada, Fritz también aparece como actor y a la querida “tía” Rosario Ibarra la ubican en 1968… Dice Elba Pérez Villalba: “El Estado mexicano pide perdón por la matanza de 1968. No estoy de acuerdo ya que este Estado no es aquel de 1968. La presidenta mencionó la participación de su mamá, la científica Any Pardo Cemo, en el movimiento de 1968, en su calidad de maestra del IPN (supongo que en Ciencias Biológicas), y que por tal motivo fue expulsada de dicha institución. Se dice poco acerca de la expulsión del Poli de varios estudiantes y maestros por su participación en este movimiento. Los presos politécnicos no recibieron la atención que la UNAM dio a los suyos”.
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