Históricamente, vamos hacia atrás y a una gran velocidad.
Nunca, ni en las peores pesadillas que cualquiera pudiera tener, se había dado el caso de que un líder parlamentario, como Ricardo Monreal, quien lo es de la Cámara Baja, instara a un organismo constitucional autónomo a no acatar una decisión judicial.
Doctor en Derecho, maestro de doctorantes en la Facultad de la UNAM, tiene ya tiempo que Monreal actúa bajo contradictorios criterios políticos –a veces a favor, otras en contra, de determinadas acciones del Ejecutivo Federal--, y no con razonamientos jurídicos.
El desacato a las autoridades judiciales sienta un pésimo ejemplo para la sociedad.
Si las principales “autoridades” políticas del país no obedecen los dictados del Poder Judicial, ¿por qué habrían de respetar los ciudadanos a los jueces?
México va que vuela a la era cuaternaria, donde las mayorías (espurias) por ser más fuertes pueden y hasta quieren golpear, burlar, no acatar el Estado de Derecho y propinar mazazos a los ciudadanos.
Como verdaderos chimpancés que se resisten a evolucionar en humanos.
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La barbarie está presente en las tres cuartas partes del territorio nacional y mantiene encerrados en sus casas a los habitantes que temen convertirse en víctimas colaterales de la violencia desatada por la delincuencia organizada, más poderosa que el propio Ejército, disfrazado de Guardia Nacional.
Sucede desde hace ya casi un mes en la capital de Sinaloa y, desde este fin de semana, en la capital del estado de Guerrero.
En la entidad realmente gobernada por el Cártel de Sinaloa, que ahora está en pugna interna, a diario aparecen cadáveres baleados, con signos evidentes de tortura. Por precaución, los culichis no salen a las calles.
En la que pelean grupúsculos delincuenciales derivados de Los Rojos y de Guerreros Unidos, este domingo fue brutalmente asesinado el alcalde de Chilpancingo, el oposicionista Alejandro Arcos, quien fue electo bajo las banderas del PRD, lo mismo que las del PAN y el PRI. Días antes quien ya era su secretario del Ayuntamiento, Francisco Tapia.
Es muy probable que Arcos, a diferencia de su antecesora Norma Otilia Hernández, no hubiese pactado acuerdos con los delincuentes, como sí lo hacen la mayoría de los políticos de Morena, cual bien ejemplifica el sinaloense Rubén Rocha o el tamaulipeco Américo Villarreal. Quienes pagan la factura son los ciudadanos que se encierran en sus domicilios y dejan las calles vacías.
Las tres cuartas partes del país en manos de los delincuentes.
El resto, una cuarta parte del territorio, inundado, bajo las pestilentes aguas de la corrupción de los políticos que permiten asentamientos humanos irregulares en zonas de riesgo.
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Los opositores a Morena no tienen remedio… y, al parecer, tampoco futuro.
Las pugnas internas al seno del PAN por la próxima renovación de la dirigencia nacional son el migajón no masticable de todos los días.
Sucede igual en el PRI, donde sus exdirigentes Dulce Sauri, Pedro Joaquín y Manlio Beltrones fueron bateados por el Tribunal Electoral que, contra todo pronóstico, dio el VoBo a la modificación de estatutos del ex partidazo y, por ende, a la reelección casi casi ad perpetuam de Alejandro Moreno.
Llama la atención que quienes le dieron luz verde al apodado Alito son los mismos que en todos sus proyectos han cumplido a Morena todos sus caprichos.
Por lo pronto, el sonorense Beltrones ya hizo su deslinde. Sin dejar su militancia, se separa del que fuera Revolucionario y ahora ya no es ni siquiera Institucional y de las decisiones que adopte su dirigencia.
Irreconciliables, Manlio y Alito tendrán que verse cara a cara en las sesiones senatoriales.
No creo que lleguen a los golpes, aunque uno de los dos tenga antecedentes de haber sido “porro”.
@AndySKBrown1