Tres mujeres en el poder, más que un acto simbólico en la vida pública del país

Tres mujeres en el poder, más que un acto simbólico en la vida pública del país

Foto: Xinhua

El 1 de octubre sigue siendo una fecha celebrada en México porque, por primera vez, una mujer llegó al máximo cargo de elección popular. Claudia Sheinbaum se alzó como la primera en el puesto y se suma a las mujeres que presiden los otros poderes de la Unión, un hecho sin precedentes en la historia de México, recordando que ellas lograron el voto hace menos de 70 años.

 

Los poderes de México están liderados por tres mujeres: Claudia Sheinbaum, jefa del Ejecutivo; Norma Piña en el Judicial como ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN); e Ifigenia Martínez, presidenta del Legislativo en la Cámara de Diputados. Estos son logros resultado de décadas de lucha por la igualdad de género y la representación femenina en la política.

 

El simultáneo liderazgo de los tres poderes de la Unión del país por mujeres es un momento significativo para el género femenino en varios aspectos, ya que no sólo se queda en actos simbólicos como la toma de protesta, sino que se verá traducido en un cambio en la sociedad mexicana, en especial en un país donde hay tanta violencia contra las mujeres.

 

El significado de este momento histórico

 

En primer lugar, este momento histórico es el resultado de décadas de lucha por la igualdad de género, una lucha que inició por actos como el reconocimiento de las mujeres como sujetos de derecho, acceso a la educación, derecho al voto y otras conquistas. Ahora, se envía un mensaje sobre la capacidad y el derecho que tienen todas las mujeres a participar en la toma de decisiones en todos los ámbitos, incluida la presidencia de un país.

 

Dicho hito también refleja un reto cultural en la percepción de género en México, pues con la llegada de más mujeres a estos puestos modifican la aceptación y el apoyo a las féminas en cargos políticos. El hecho de que hoy estos cargos estén en manos de mujeres, es un indicativo de que han logrado victorias en contra de los roles y estereotipos de género, así como en la discriminación en distintos ámbitos laborales.

 

La incursión de las mujeres en posiciones de poder, especialmente en las de más alto rango, puede llevar a la creación de políticas públicas con perspectiva de género para atender las necesidades de las mujeres y de otros grupos en situación vulnerable. Por ejemplo, en su primer día como presidenta, Sheinbaum anunció varios programas y reformas en pro de los derechos de las mujeres y para erradicar distintas formas de violencia.

 

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Este no es simplemente un triunfo simbólico o un momento aislado, ya que representa la victoria más grande hasta ahora por la lucha de la igualdad de género. La presencia femenina en los rangos de toma de decisión más altos es el resultado de otras victorias que empezaron, sustancialmente, con la consecución del voto para las mujeres en 1953.

 

El 17 de octubre de 1953, el presidente Adolfo Ruiz Cortines promulgó las reformas constitucionales que otorgaron el voto a las mujeres, aunque no fue hasta el 3 de julio de 1955 cuando hicieron efectivo el sufragio por primera vez. Este fue el parteaguas para la obtención de otros derechos políticos y electorales.

 

El 4 de julio de 1954 Aurora Jiménez de Palacios fue electa como la primera diputada federal del país por un año, pues entró en un proceso extraordinario. En 1955, a la par del derecho de votar, ejercieron su derecho a ser votadas, lo que derivó en el triunfo de María del Socorro Blanc Ruiz como primera presidenta municipal en San Luis Potosí.

 

María Lavalle Urbina y Alicia Arellano Tapia dieron más triunfos de las mujeres, pues en 1964 se convirtieron en las primeras senadoras. A ella se sumaron Griselda Álvarez Ponce de León como primera gobernadora en Colima en 1979, y María Cristina Salmorán de Tamayo, quién en 1961 se alzó como la primera mujer en integrar la SCJN, el máximo tribunal de justicia en el país.

 

Otros hitos se ven en la obtención de derechos labores, como en el movimiento de las “Costureras”, que se originó por el sismo del 19 de septiembre de 1985 en el que cerca de 1,600 mujeres perdieron la vida al quedar atrapadas en los escombros. Hubo rescatistas en las fábricas textiles, pero priorizaron llevarse la maquinaria y dejaron a las trabajadoras, por lo que otras mujeres las rescataron, además de que algunos patrones se negaron a indemnizar.

 

El movimiento derivó en la indemnización de trabajadoras, se reconocieron los sindicatos de mujeres y obtuvieron contratos colectivos para mejorar su panorama laboral, algo que sigue siendo influyente hasta la fecha.

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