Casi 1.000 niños amerindios originarios de Estados Unidos, Alaska y Hawaii murieron en internados creados por el Gobierno para borrar por la fuerza sus vínculos y prácticas culturales, según reveló el Departamento del Interior (DOI, por sus siglas en inglés).
La dependencia presentó su segundo y último informe de la Iniciativa Federal de Internados Indígenas, liderada por la secretaria del Interior, Deb Haaland, la primera alta funcionaria nativa americana. El estudio mostró que 973 niños murieron en los internados y fueron enterrados en 74 sitios, 21 de los cuales no están marcados.
"Publicamos el volumen final del informe de investigación de la Iniciativa Federal de Internados Indígenas sobre la problemática, en gran medida ignorada, de los internados en nuestra nación. Es una era que ha impactado a todos los nativos que conozco, incluida mi propia familia", dijo Haaland en su cuenta de X.
Entre los objetivos principales de la iniciativa federal, que comenzó hace más de tres años luego de que en Canadá fueron descubiertos los restos de más de 200 niños en un internado similar, fue el cifrado de cuerpos hallados de menores.
El Gobierno federal gastó cerca de 25.000 millones de dólares en el esfuerzo de integración forzada, que incluye el funcionamiento de 417 escuelas en 27 estados y territorios donde los menores fueron abusados física y sexualmente.
Los niños que asistieron a dichos centros, los cuales operaron desde principios de 1800 hasta finales de la década de 1960, fueron convertidos al cristianismo por la fuerza y eran castigados por hablar sus lenguas nativas.
La investigación también identificó por su nombre a casi 19.000 niños que acudieron a una escuela federal entre 1819 y 1969, aunque el DOI reconoce que hubo más.
El informe arrojó además que las comunidades nativas aún padecen los efectos del desarraigo y los abusos a los que fueron sometidas, pues los niños padecieron traumas psicológicos duraderos.
Incluso, estudios financiados por los Institutos Nacionales de Salud han relacionado la mala salud física de los adultos amerindios con su asistencia a los internados administrados por el Gobierno federal cuando eran niños.
Como parte de la investigación, el DOI realizó cientos de entrevistas a sobrevivientes de esta política de Estado, quienes relataron que fueron víctimas de abusos sexuales generalizados y abusos físicos rutinarios en las escuelas.
"Recuerdo que me cortaron las trenzas, nos lavamos como si estuviéramos sucios, hablaron con nosotros como si fuéramos sucios", relató un participante anónimo de Dakota del Sur.
"Creo que la peor parte fue por la noche, escuchando a todos los demás niños llorar hasta quedarse dormidos, llorar por sus padres y simplemente querer irse a casa", dijo otra fuente anónima de Michigan.
Otro participante contó cómo su hermana, que ahora es abuela, todavía no podía dormir en la oscuridad y se despertaba gritando cuando alguien apagaba la luz, debido a que la encerraban en un armario de forma constante cuando era pequeña.
Además de las secuelas físicas y psicológicas, el informe detalla que muchos niños solo aprendieron habilidades agrícolas o manuales y de trabajo doméstico, lo que afectó su economía por la falta de educación formal.
Por todo lo anterior, el informe solicita al Gobierno de Estados Unidos que se disculpe y "trace un camino hacia la curación". Las recomendaciones también incluyen un monumento nacional para conmemorar la muerte de los niños amerindios y educar a los estadounidenses, así como la inversión en investigación y ayuda a las comunidades nativas para recuperarse del trauma intergeneracional y la revitalización de las lenguas indígenas.