Durante septiembre de 2023, la capital francesa tuvo un inusual brote de dengue, con varios casos reportados en personas que no habían viajado recientemente. Este fenómeno despertó preocupaciones en las autoridades locales debido a que fue el brote más al norte jamás registrado, demostrando que ahora es posible la transmisión local de esta enfermedad en el norte de Europa.
Sin embargo, este brote cobra relevancia este año, ya que París se prepara para recibir a más de 10 millones de personas, entre atletas, espectadores, funcionarios y turistas para los Juegos Olímpicos. Esta afluencia masiva de personas y la presencia de mosquitos portadores del dengue representa un riesgo significativo para la propagación de la enfermedad.
Por su parte, el gobierno francés, consciente del peligro, implementó algunas medidas de control, como el monitoreo de cientos de lugares en París para detectar la presencia de mosquitos Aedes. Sin embargo, ¿será esto suficiente?
Pero esta no es la primera vez que unos Juegos Olímpicos enfrentan riesgos de epidemias virales, ya que durante los Juegos Olímpicos de 2016 en Brasil, el virus Zika también causó gran preocupación, aunque finalmente no se reportaron casos. En los Juegos Olímpicos de Tokio, el temor al covid-19 llevó a la implementación de medidas estrictas de seguridad, reportando pocos contagios dentro de la burbuja olímpica, aunque se observó un aumento de casos entre la población general.
La especie Aedes, portadora de la enfermedad, está bien adaptada al entorno urbano como el de París, pudiendo reproducirse en pequeñas cantidades de agua y alimentarse de humanos durante el amanecer y el anochecer. Sus huevos son capaces de soportar condiciones secas durante meses y eclosionar una vez vuelven a tocar el agua, lo que representa una gran amenaza.