El fin de semana pasado se desarrollaron elecciones para elegir diputados del parlamento europeo, que es el órgano de gobierno común para los países integrantes de la Unión Europea (UE). Aunque la composición en general no tuvo cambios significativos, en el mundo se destacó el avance de la ultraderecha, principalmente en Francia y Alemania, ¿qué significa y qué consecuencias tendrá?
El parlamento europeo se compone por 705 diputados que son elegidos por voto directo y universal cada 5 años en los 27 países miembros de la UE. De acuerdo con cada ley local, en algunos países la edad para votar es de 16 años como en Bélgica y Alemania; en otros, de 17 años como en Grecia y en algunos más de 18 años como en España. Cada país tiene una representación proporcional respecto al tamaño de su población, pero una vez elegidos, los diputados no se agrupan en el parlamento por nacionalidad sino por afiliación política.
Actualmente hay 7 grupos políticos que se muestran en la siguiente gráfica. El espectro de la derecha (desde la más radical hasta la centrista) representará a partir del 1º de julio, el 67% de los escaños, actualmente son el 65%, no hubo un gran cambio, sin embargo, la derecha radical pasó del 7 al 12% sobre todo por los resultados de Francia y Alemania.
Elaborado con datos de Parlamento Europa (2024-2029)
El Parlamento Europeo es muy importante porque ahí se discute y aprueba el presupuesto general, así como las políticas en torno al proyecto de la UE, por ejemplo, políticas monetarias, fiscales, comerciales, admisiones, expulsiones, vetos, incluso, ahí se discute la participación en la guerra Rusia-Ucrania.
El grupo radical de derecha se conoce como “Grupo Europa de la Libertad y la Democracia Directa” (EFD2) son euroescépticos porque manifiestan su oposición al proyecto de la Unión Europea, es decir, su base ideología es el nacionalismo a ultranza y por tanto preferirían deshacer la unión. También están en contra de la Agenda 2030 o de los Objetivos del Desarrollo Sostenible; son negacionistas con respecto al cambio climático; son homofóbicos y proscriben los derechos LGBT+; son provida y condenan el aborto y otras libertades femeninas que llaman agendas “progres” o “woke”.
Su posición con respecto a Ucrania es un tanto ambigua; por un lado, se oponen a que el presupuesto europeo se utilice para ayudar a otros países, pero, por otro lado, reconocen a Rusia como una amenaza para sus países, por lo que apoyan la idea de una guerra para evitar el avance ruso y chino.
Ganaron adeptos en sus países por las adversas condiciones económicas que afectan a Europa. Alemania, la tercera economía del mundo, vive una recesión profunda que ha mermado la calidad de vida de la clase trabajadora y no se vislumbra una recuperación rápida, todo lo contrario, este año y el siguiente seguirá el bajo crecimiento. Alemania pasa también por un proceso de desindustrialización, es decir, las empresas manufactureras abandonan al país y se están relocalizando en lugares más competitivos como en Asia oriental; otras empresas son desplazadas por los productos chinos con un diferencial de precios más atractivo para el consumidor europeo golpeado por la inflación. Esto se traduce en un crecimiento del desempleo.
Los alemanes culpan a los migrantes (africanos y árabes) de ser causantes de su crisis. Muchos políticos han sabido canalizar el descontento y construyen discursos donde identifican enemigos comunes (China, Rusia, África y los países islámicos) para ocultar el fracaso económico; pero la consecuencia es la radicalización de sus ciudadanos.
Si esto le suena familiar a las condiciones que pasaba Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial, no son coincidencias. Cada vez es más recurrente el tema de “la guerra” en la prensa y televisión alemana. En otras ediciones de esta columna señalamos que las condiciones económicas actuales configuran un escenario para una Tercera Guerra que estaría tan cercana como el segundo semestre de este mismo año. Un documento filtrado mostró que la dirigencia militar alemana reconoce que no estarían preparados para la guerra, pero proponen un plan para que en 5 años puedan estar en condiciones: piden duplicar el presupuesto militar y volver obligatorio el servicio militar de los jóvenes.
Un parlamento europeo más radicalizado a la derecha es un potencial simpatizante de escalar un conflicto mundial y ellos son los que manejan el presupuesto público más grande del mundo. No olvidemos que el capitalismo es una economía de guerra, estaremos atentos.
*Profesor-Investigador Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Twitter: @BandalaCarlos