Junio es conocido por ser el “mes del orgullo” para la comunidad LGBT, en el que más se habla sobre la inclusión y la apertura de la que supuestamente hoy gozan en comparación con otros tiempos; no obstante, las personas de la comunidad todavía enfrentan múltiples retos, empezando por el hecho de hacer la “salida del closet”, es decir, contarle al mundo quién realmente son.
Para hablar sobre esto, Juan Manuel Ambriz comentó, en entrevista para Imagen Poblana, cómo es la vida de una persona que decide anunciar su sexualidad a su familia y a su entorno social. Asimismo, habló sobre los retos a los que se enfrenta la comunidad actualmente, en un entorno donde, en apariencia, hay más información y libertad, pero en los hechos, todavía hay estigmas sociales.
Juan Manuel se dedica a las relaciones públicas, al mismo tiempo que es socio de una marca de joyería producida y recientemente lo nombraron presidente de la asociación de “Touroperadores de México”, en la que trabaja por el turismo en el estado de Puebla. Antes de esto, nuestro entrevistado relató qué tan difícil fue para él hablar sobre sus preferencias sexuales.
“La llamada ‘salida del closet’ es un paso complicado con la familia y, sobre todo, en otros tiempos. Yo tengo 41 años, estamos hablando de que yo salí del closet hace más de 23 o 24 años, había muchísima desinformación”, así explicó Juan Manuel lo que para él significó salir del closet y revelar ante su familia su homosexualidad.
Juanma señaló que existen tres generaciones de la comunidad LGBT que crecieron en diferentes contextos. La primera es la de los 40 o 50 años, la generación que estuvo más desinformada; luego la de menores de 30 es la de quienes tuvieron más acceso a diversas fuentes de información; y al último está la generación “del cambio”, que es la de los veinteañeros.
Dijo que él confesó a su madre que es gay a los 17 años, algo que fue “un caos y supercomplejo”, ya que enfrentó la situación sin ningún tipo de información, lo que se sumó al hecho de ser una mujer sin preparación académica. Esto la llevó a pensar que la situación de su hijo era algo que debía curarse y por lo que tuvo que ir a terapia por seis años para entender lo que realmente ocurría.
Caso contrario de su abuela, quien tampoco entendía lo ocurrido, pero se informó y comprendió de mejor manera a Juan Manuel. “Cuando salió de la clase donde tocaron el tema de la homosexualidad, le habló a mi mamá y le dijo ‘yo no sé porque peleas con tu hijo, cuando ahora tienen algo en común porque platicar’. Ese fue un parteaguas para tener un acercamiento con mi madre”, dijo.
Agregó que, a pesar de que al principio tuvo una relación complicada con su madre porque le hacía comentarios hirientes, hoy el contexto ha cambiado y se interesa más por saber cómo es su vida y sus relaciones. Lo anterior fue en su entorno familiar, pero todavía tuvo que enfrentarse a la sociedad que lo rodeaba.
Aseguró que estaba inmerso en una sociedad machista en la que sufrió bastante, ya que, por ejemplo, en uno de sus primeros empleos en el sector restaurantero, a los 17 años, era en un ambiente donde gobierna “la ley del más fuerte”. Ahí tuvo que afrontar muchos estigmas y tabúes, además de insultos estereotípicos hacia las personas que, como él, salen de la norma heterosexual.
En la preparatoria se repetían estos insultos, aunque ahí él enfrentaba a los que lo insultaban e incluso defendía a sus amigos. “Tengo amigos que creían que yo estaba consciente de mi homosexualidad, pero no lo estaba, estaba consciente de que era diferente y de que no encajaba”, agregó.
Aunque se han dado avances en los derechos de la comunidad, todavía hay retos a enfrentar. Por ejemplo, actualmente sí hay una mayor libertad y aceptación, aunque en los hechos esta es “disfrazada”, ya que como homosexual, todavía tiene que “respetar” ciertos protocolos para no hacer que los demás se sientan agraviados, algo que no pasa con las personas heterosexuales.
“No tendríamos que salir del closet, porque lo que pasa en tu habitación es muy tuyo. No veo a un heterosexual diciendo a los 18 o 20 años ‘voy a salir del closet y decir que soy heterosexual’. Creo que no tendríamos que anunciarnos”, acotó.
Mencionó que, a pesar de que es más notable la apertura y respeto a la comunidad LGBT, esto no quita que todavía se den los crímenes de odio, tales como la transfobia y homofobia. De igual manera, afirmó que si bien son una minoría, tienen una gran voz y esta se hace evidente con las marchas, aun cuando no concuerda con todo lo que acontece en ellas.
A su modo de verlo, el reto más importante al que se enfrentan es la educación no sólo vista como la preparación académica, sino con la aceptación de otras formas de relacionarse que van más allá de las parejas heterosexuales. El segundo paso más importante es qué van a hacer con la visibilidad que han ganado.
Explicó que las marchas deben ser vistas como una forma de expresión válida, pero en la que también debe haber conciencia de que hay niños y padres de familia mirando, por lo que está bien hacer de ella un “carnaval”, siempre y cuando también haya respeto hacia la sociedad.
“Creo que hoy la parte de rebelión en la comunidad, de la lentejuela y el arcoíris andando, ya pasó. Creo que mientras más personas salgamos del closet, pero no de la manera de hablar de la sexualidad, sino en el tema de ser un empresario homosexual, una persona profesionista, nos va a dar mayor voz”, aseveró.
Por último, nuestro entrevistado habló sobre la forma en que las marcas y la política abordan a la comunidad, especialmente ahora que es el mes del orgullo y en el pasado proceso electoral. En el caso de las empresas, dijo que hay algunas que siempre han sido “gay friendly”, pero hay otras que sólo se han subido a esta tendencia por un afán puramente de mercadotecnia.
En el caso de las que siempre han sido, enlistó a empresas como Miniso o Levi’s que siempre están en armonía con la comunidad e incluso hacen campañas fuera de la temporada del mes del orgullo. Sin embargo, hay otras en las que los propios dueños son miembros de la comunidad y no lo hacen público a menos que sea benéfico y hasta comercializable por temas de publicidad.
Respecto a la política, refirió que en las elecciones del 2 de junio fue realmente nula la participación de la comunidad en el proceso electoral, aunque esto se debe a la poca apertura de los partidos, o bien, a que no hay quienes lo hagan público, siendo el principal motivo que la política es un ámbito machista. Dijo que algo molesto es cuando se trata de usurpar las identidades para cubrir las cuotas de diversidad.
“Busquemos a las personas idóneas, invito a todos los partidos, hagámoslo realmente que suceda. Somos minoría, sí, pero realmente cuántos somos para hacer un cambio para el voto”, sentenció.
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Finalizó señalando que, tras las elecciones, ni la derecha ni la izquierda hicieron un acercamiento real a la comunidad en Puebla, ya que sólo hubo dos personas que tuvieron apertura, Gaby Chumacero, activista trans, y Betuky Camacho, identificado como no binarie. Cambiar esto es importante porque ayudaría a transformar la realidad social de muchas personas.
“Yo creo que sí deberíamos buscar a una persona que sea imparcial, pero que sí busque seguridad social para las parejas, porque ya hay este contrato de unión, pero tú llegas al seguro social y no puede afiliar, lo mismo el ISSSTE. Que se legisle y que haya una persona que haga esa parte. No está padre que lo disfracemos, porque eso hacemos, lo disfrazamos.”, finalizó.