El pasado 24 de mayo, un adolescente de 15 años perdió la vida luego de que fue alcanzado por un rayo mientras trabajaba en una casa en San Andrés Cholula. El joven estaba subiendo material de construcción al siguiente nivel de la casa cuando recibió una descarga eléctrica por el impacto del rayo.
Dos días después, en Colorado, un hombre de 51 años alimentaba a su ganado desde un remolque cuando un rayo cayó encima de las 34 cabezas bovinas y de él, muriendo al instante por la intensa descarga eléctrica. Esto ocurrió pese a los esfuerzos para salvarle la vida.
El 27 de mayo, en un caso insólito, tres niños de entre 7 y 12 años fueron impactados por un rayo mientras estaban en una playa de la localidad costera de Isabela, en Puerto Rico.
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Tras estos hechos, surge la pregunta: ¿qué tan probable es que a una persona le caiga un rayo, como ocurrió en estos casos? El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos menciona que la probabilidad de que le caiga un rayo a una persona en un año es de 1 en 500,000; sin embargo, el riesgo podría aumentar si se llevan a cabo actividades al aire libre.
La explicación científica a este fenómeno refiere que una persona puede ser alcanzada por un rayo porque en la zona donde se desarrolla el relámpago existe un denominado “objeto alto” que lo propicia. Los objetos de metal o el agua no atraen los rayos, pero una persona en un campo vacío o espacio abierto sí es fácilmente una presa de estos.
Describen que los rayos pueden caer incluso si no está lloviendo, precisando que frecuentemente hacen descarga fuera de las áreas de lluvia fuerte y pueden caer a varios metros del lugar donde llueve. Incluso afirman que muchas muertes causadas por rayos se producen antes de que llegue la tormenta o cuando parece que ya ha pasado.
De igual forma, explican que aproximadamente el 10 % de las personas a las que les cae un rayo mueren, y en su mayoría debido a un ataque cardíaco y no electrificadas, como normalmente se pensaría.
Cuando un rayo impacta a una persona, se produce una descarga eléctrica que recorre el cuerpo. Esta corriente eléctrica puede llegar a alcanzar hasta 30,000 amperios, energía suficiente para derribar un árbol o causar daños catastróficos.
Ser alcanzado por un rayo puede provocar quemaduras, ruptura del tímpano, daño ocular, paro cardíaco y paro respiratorio. Si bien alrededor del 10 % de las víctimas de los rayos mueren, gran parte del 90 % que sobrevive queda con complicaciones duraderas.
Como la electricidad transmitida puede alcanzar grados muy distintos, las lesiones que estas causarían también varían: desde una quemadura leve hasta daño cerebral o, incluso, la muerte. Todo depende del azar.
Aunque los rumbos de una tormenta pueden predecirse, el de un rayo no. Si una persona es alcanzada por uno, el impacto puede provocarle un paro cardíaco, impidiendo que la sangre circule por el cuerpo. Como resultado, el cerebro y todo su sistema nervioso podrían verse afectados. Además, los golpes eléctricos también pueden causar una hemorragia cerebral o un derrame.