Inseguridad, arma electoral

Inseguridad, arma electoral

Desde hace semanas, Andrés Manuel López Obrador vive pensando en su ya cercano e inminente ocaso, esperando el cataclismo que abolirá a su Movimiento de dizque Regeneración Nacional.

Deja al país socavado en los cimientos.

 

Y entre las ruinas lloramos las ruinas futuras, como decía Jaques Soustelle.

 

Nos encontramos hoy entre un fin y un comienzo.

 

Hemos tenido todos nuestros terrores encima.

 

El proceso en que estamos comprometidos será largo y terrible.

 

Todos conocemos las amenazas que pesan sobre México en lo que tiene de más preciado: la seguridad física, la seguridad jurídica.

 

Existe un peligro latente, no hay que dudarlo: es el pensamiento retrógrada de quienes dicen vivir la Cuarta Transformación que, en su involución, ha degenerado en la ultraconservadora cultura del miedo, protectora de la feroz delincuencia –“abrazos, no balazos”--, que entroniza a la inseguridad como objetivo esencial, por encima de cualquier otro mientras carcome sus cimientos.

 

Con el narco y demás criminales, los cuatroteros son los dueños de la espada ensangrentada, de las metralletas, de los drones que bombardean poblaciones, de las minas terrestres y hasta del cañón.

 

Y por si lo anterior fuera poco, las reglas de la mentira y la sospecha ubican al margen de la ley a cualquier ser pensante o diferente.

 

Es el retorno a las cavernas, de la mano de una supuesta izquierda más reaccionaria que la derecha.

 

¡Las clases medias –gritan desde el banquito en el que están trepados-- son gandules que quieren vivir a costa de la sociedad!

 

Y se horrorizan con sus buenas conciencias.

 

Siempre han sido igualitos.

 

Con todos nuestros terrores encima

 

‎La cultura y las amenazas del miedo reaccionario son la antesala favorita de todos los despotismos.

 

El caldo de cultivo ideal para el florecimiento de todas las tesis de la 4T.

 

El mejor termómetro para saber cuándo se ha secuestrado cualquier asomo democrático.

 

La inyección letal del miedo a los adversarios se identifica con la medicina idónea de los morenistas para atacar a la razón, a la solidaridad humana y al raciocinio elemental.

 

Allí donde hay miedo, siempre existe detrás una clase gobernante que le tiene terror a la libertad, y a perder sus privilegios, sus negocios con medicamentos a costa de la salud de millones, de sus transas mega millonarias con las obras faraónicas “de papi… se quieren llevar todo, para vivir como aquellos a quienes tanto dicen odiar.

 

Tal es un pensamiento de vencidos, lo cual deriva en un pensamiento vencido.

 

Para identificar las tesis del llamado “socialismo del Siglo XXI” conviene recordar que siempre se elaboran bajo la trinchera de la segura derrota, como aclaró Simone de Beauvoir, refiriéndose a las derechas europeas. Hoy, los seguidores del Foro de Sao Paulo vislumbran ya su fin en América Latina, es decir, su propia liquidación como clase.

 

Tal expresión, “socialismo del Siglo XXI” no designa hoy nada positivo. La pseudo izquierda existe, pero su pensamiento, que no es más que un contra pensamiento se opone al optimismo y a las ideas de futuro.

 

Cubanos, colombianos, venezolanos, nicaragüenses, brasileños, bolivianos quieren sobrevivir, pero sus ideólogos, sabiéndose condenados, vaticinan la hecatombe.

 

Acaparan el poder con la desaparición de contrapesos…

 

… y repiten incesantemente: “después de mí, el diluvio”.

 

Por eso es por lo que tenemos todos nuestros terrores encima.

 

Porque el proceso en que estamos comprometidos será largo y terrible.

 

Todos conocemos la amenaza que pesa sobre México en lo que tiene de más preciado: la seguridad física, la seguridad jurídica.

 

Ya nos desharemos de esta pesadilla

 

En México, no cabe duda, vivimos al socaire de una cultura del miedo.

Pero no nos engañemos. Se trata de un miedo manipulado que sirve a intereses concretos.

 

Su fin es justificar y hacer posibles conductas ilícitas y actuaciones políticas retardatarias y peligrosas en grado sumo contra la sociedad y contra su voluntad.

 

Así es por lo que AMLO, lo mismo que el enfermo, el desahuciado orgánico, va a todas.

 

La inseguridad pública es su principal arma electoral.

 

Boicotea, empina a sus anteriores aliados.

 

‎Encuera y lapida ante la opinión pública al que le critica, al que exhibe sus mentiras, al que muestra sus indudables fracasos.

 

Amenaza, compra a troche y moche con dinero endeudado a cargo de nuestras costillas lo que cree lo salvará de la derrota y del cadalso.

 

Afortunadamente ya están muy próximas las elecciones.

 

Dentro de muy poco nos desharemos dé esta pesadilla, de esta pandilla satánica de enfermos mentales, atracadores, ambiciosos, ignorantes y vendepatrias.

 

Espero que usted esté listo para ese cambio.

 

Indicios

 

Si por su impericia el agrónomo que ¿dirige? Pemex no puede combatir el robo del combustible, o no puede resguardar la seguridad de una plataforma petrolera‎ que produce 250 mil barriles diarios. Si por su falta de oficio ha acabado con la mitad de la producción y venta de la paraestatal, hoy “empresa productiva”, no hay problema, ya está postulado por AMLO para repetir en el cargo… Si Conagua ha llegado al extremo de su incompetencia ‎en sus atribuciones dejando a los habitantes del país y a las actividades productivas al garete, no hay problema… ‎Si los titulares de Gobernación, Hacienda y todos los deás que forman el gabinete cuatrotero son señalados por la opinión pública de incompetentes, prevaricadores e inútiles, puede más la admiración y aprecio de López Obrador que lo que opine el país entero…. Si la consejera presidente del INE muestra su parcialidad hacia los morenistas, no hay problema, ella permanecerá ahí en el cargo… Si la estrategia de seguridad no funciona, no hay problema, la Guardia Nacional y las Fuerzas Armadas seguirán repartiendo “abrazos y no balazos”, y claro que tampoco los presentarán a las autoridades ministeriales. No. ¡No hay problema! * * * Y por hoy es todo. Aprecio que usted haya leído hasta aquí. Como siempre, además, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!

 

 

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