Coincidiendo con la celebración religiosa del día de San José, cada 19 de marzo se celebra el Día Internacional del Artesano, que tiene como objetivo reconocer la creatividad y el talento de quienes con sus manos dan vida a piezas de arte. En México, y particularmente en Puebla, los artesanos pasan por años difíciles debido a que la gente ya no valora su trabajo ni reconocen su esfuerzo.
Para hablar sobre el panorama de los artesanos, Elisa Percino Escalante comentó, en entrevista para Imagen Poblana, las dificultades de los artesanos frente a los clientes que cada vez valoran menos su trabajo. De igual forma, dio detalle sobre la forma en que ella y su familia elaboran sus artesanías de talavera, algo que para muchos resulta desconocido y por lo que no le dan el crédito que merece.
“Casa la Paz” es una fábrica familiar de talavera con más de 30 años de trayectoria, ubicada en la calle 18 Poniente número 102. En este sentido, ella constituye la segunda generación de la familia que se dedica a la fabricación de talavera, por lo que se ha dado cuenta de cómo ha cambiado este comercio para los artesanos.
Mencionó que cuando era más chica las ventas eran mejores que en la actualidad, en parte por el desinterés de la gente, pero también por la introducción de piezas de imitación que desplazan a la talavera. Respecto a cómo ha cambiado cada tipo de público, desde los nacionales hasta los extranjeros, aseguró que hoy en día estos se comportan de manera similar en cuanto al respeto a su trabajo y precios.
“Puedo encontrar desde personas extranjeras que me quieran regatear, y personas nacionales de igual manera. Siempre ha sido nuestra meta como empresa vender un producto de buena calidad, entonces, hay personas que quieren algo más económico, pero no está mal, hay precios y calidades para diferentes tipos de personas”, afirmó.
No obstante, para ella es notorio el detrimento en que ha devenido el negocio para los artesanos, ya que antes podían vender hasta el equivalente de 20,000 pesos en una semana, pero ahora venden, con suerte, unos 5,000 pesos en el mismo tiempo.
Si bien hay personas que todavía se interesan en las artesanías como las que ella hace, cada vez existen más opciones por las que la gente se decanta. Por ejemplo, algo que ha visto es que la cerámica de Guanajuato es introducida a Puebla y se hace pasar por talavera auténtica, aunque es diferente. Algo que de momento no se ha notado es que lleguen imitaciones de otros países.
A pesar de que hoy el panorama es complicado para los artesanos como ella o los fabricantes de juguetes, entre otros, Elisa es optimista, pues espera que la situación cambie a su favor y la gente vuelva a apreciar su trabajo, pero no sólo eso, sino que también paguen lo que se merece y no le regateen, pues no conocen todo el proceso que hay detrás.
“Tengo fe que todavía haya personas que lo aprecien, pero siento que ahorita ya no es tanta la apreciación a este tipo de artesanías por pagar el precio, el valor, el trabajo que tiene cada artesano y la pasión que le pone a sus artesanías. Siento que hay muchas personas que tal vez no lo lleguen a valorar”, declaró Elisa.
En su negocio, Elisa tiene piezas a precios accesibles que van desde los 75 pesos hasta otras que llegan a costar hasta 7,000 pesos, pero también hay juegos completos de vajilla que alcanzan los 20,000 pesos.
Un proceso de fabricación que requiere hasta 20 personas
Con el fin de que conozcan más su proceso de fabricación, Elisa Percino detalló la forma en que ella y su familia preparan sus artesanías. Como cada fábrica, tienen sus propias fórmulas para la elaboración del barro que, una vez listo, dejan reposar en agua hasta que “se echa a perder”. Lo siguiente es ponerlo a secar en ladrillo para que se le quite el exceso de humedad, hasta que quede una masa.
Dicha masa, según ella parecida a la del pan, procede a usarse para la elaboración de las piezas, principalmente en el torno con técnicas de “pellizco” o “tortilla”. Luego lo ponen a la primera quema para que se torne más sólido y se decora con pinceles y esmalte, para después llevarlo a la segunda quema conocida como “vidriado”, que es la que le da su aspecto tan peculiar.
Nuestra entrevistada señaló que este es un proceso que se lleva a cabo en conjunto con cerca de 15 a 20 personas, por lo que cada una está al tanto de una parte; sin embargo, la etapa más laboriosa es hacer las piezas en barro, pues se complica la parte de la escultura. En contraste, para ella la parte más entretenida es la del decorado, que es donde se ponen las diferentes formas y figuras.
En aras de no quedarse rezagados con las figuras que ya son bien conocidas, como los platos y las vajillas, Elisa comentó que tratan de innovar con diseños diferentes y modelos que difícilmente se ven en otros lugares, como las monocromáticas. Desde su punto de vista, si las personas que les regatean vieran todo el proceso y trabajo que hay detrás de sus artesanías, quizá entenderían el porqué de sus precios y no intentarían conseguir rebajas todo el tiempo.