En días recientes, Puebla se volvió un lugar peligroso para el desarrollo del trabajo de repartidor de aplicación, ya que al menos dos fallecieron en poco tiempo. El caso más sonado fue el de Jesús Eduardo, quien fue atropellado en Angelópolis por un médico que luego lo dio por muerto y huyó, pero otro caso fue el de Ulises, a quien mataron a golpes en la avenida Juárez.
Algo que resaltó en ambos escenarios es la ausencia de las empresas de aplicación para las que trabajan, que en los dos casos era Didi Food, pues en ningún caso se supo que apoyará a los repartidores en su momento de necesidad.
Esto es algo recurrente que relataron dos repartidores de aplicación en entrevista para Imagen Poblana, quienes acusan que en momentos de emergencia, sea cual sea, las empresas no apoyan a nada a los repartidores y ni siquiera los reconocen como trabajadores. Algo en lo que coincidieron fue que a las aplicaciones no les preocupa para nada lo que les pase a ellos, pues sólo ven por el dinero.
Jaime Díaz es repartidor en Uber en bicicleta desde hace cinco años, por lo que se ha dado cuenta de cómo la empresa transnacional no ayuda en nada si llega a tener un accidente, algo que ha vivido en carne propia. Él ha sufrido accidentes en su jornada laboral, pero nunca recibió apoyo de Uber, ya que la única vez que pidió ayuda directa, fue ignorada.
“Tuve un accidente hace dos años y medio, platiqué con ellos y les dije ‘estoy enfermo, tuve un accidente y me atropellaron’, pero como a mí no me gusta hacer alarde me fui a mi casa, ya con la receta fui a verlos a las oficinas y no me hicieron caso”, declaró Jaime.
En ese momento, agregó, llevaba un pedido en curso, por lo que ya no le fue posible entregarlo y, a pesar de que le dijeron que no habría problema, la realidad es que sí se lo terminaron cobrando. Por si fuera poco, el accidente fue todo malas noticias, ya que además del atropellamiento, el abandono de la empresa y el dolor físico, el responsable se fugó y ni siquiera se detuvo a auxiliarlo.
Así ha sido el panorama para los repartidores en los cinco años que él lleva en funciones, ya que siempre han estado a la deriva en situaciones de apremio, sin ningún tipo de respaldo por parte de las empresas. A esto se suma la realidad de los ciclistas en Puebla, ya que, dijo, los conductores de auto no les tienen consideración y les falta cultura vial.
Otro problema al que se enfrentan es la inseguridad, ya que constantemente los pedidos tienen que ser recogidos o entregados en zonas de peligro, por lo que opta por cancelar esos servicios. Aunque lo hace priorizando su propia seguridad, la aplicación no toma en cuenta esto y los penaliza bajando su calificación y porcentaje de trabajo.
“Las aplicaciones son dictadoras, para mí son dictadoras. No les importa si vas bien, vas mal, si vas en carro, en moto o en bicicleta, si vas enfermo o no, lo que la aplicación quiere es que entregues el pedido. Así de simple. No importa si hace mucho sol, si está lloviendo, si hace mucho viento, si tiembla o hay pandemia. A ellos les vale”, sentenció Jaime.
Por su parte, Marco Antonio Castañeda, quien labora con Didi Food en bicicleta, coincidió en que las aplicaciones no se preocupan por los repartidores, al grado de que ni siquiera los reconocen como trabajadores formales. Acusó que si quieren seguro para protegerse en accidentes, es su obligación pagarlo, ya que las aplicaciones no se los dan y sólo procuran el dinero.
En el tiempo que lleva en delivery nunca ha sufrido un accidente, pero ha estado cerca por los malos conductores. El único momento en que pidió ayuda fue cuando se averió su bicicleta ya con el pedido en su poder, por lo que no pudo entregarlo. Si bien notificó al área de soporte la situación, no lo perdonaron y le cobraron la comida, a pesar de que no fue su culpa no entregarlo.
De igual manera, la delincuencia es algo más a lo que se expone, ya que en una ocasión vio su vida en riesgo luego de que sujetos en un auto intentaron subirlo, pero al no hacerles caso, se bajaron y lo amenazaron con una pistola. Aunque la situación no pasó a nada serio, sabe que la aplicación no le habría dado ningún tipo de apoyo al no ser trabajadores formales.
“No nos consideran empleados como tal, porque tenemos que tener nuestra propia bici, pagar la mochila, impermeable o cosas para la lluvia, y sí, muchas cosas que tenemos que comprar. Si fuéramos empleados nos lo daría, pero no, tenemos qué pagar todo eso”, aseveró Marco.