Inauguramos este espacio de opinión con el objetivo de contribuir a conocer la verdad, con la convicción de que es tiempo de expresar, sin caer en el fundamentalismo, opiniones que incidan, convaliden y participen activamente en los quehaceres políticos y sociales de nuestro estado y capital.
Dicho lo anterior y adentrándome en los recovecos de la política y captando muy sigilosamente lo que surge en los mentideros políticos, damos paso a los siguientes comentarios.
Cualquiera en esta ciudad de Puebla y San Pedro Cholula se iría de espaldas al saber que José Juan Espinosa, un señor de muy mala reputación y antecedentes sumamente cuestionables, ha regresado casi casi triunfante a la escena política. Y ahora lo hace con el PRI, después de que ha “militado” en cuanto partido o partidito ha existido.
Pero eso no es lo que debe asombrar, sino que ese tal José Juan le ha caído como bocanada de aire fresco al PRI, que precisamente en estos días “sufre” por una mini runfla de desertores que, viendo que el tricolor está en vías de extinción, huyeron como roedores de la embarcación que está a punto de zozobrar.
Y sí, José Juan vino a llenar el hueco que dejan esos tránsfugas -¿usted los conocía? Yo tampoco-, porque si algo hay que reconocerle a Espinosa es que no tiene ni tantito empacho en hacer alboroto, dar manotazos y hasta fingir un martirologio con tal de llamar la atención y conseguir lo que se propone. Y llamar la atención es precisamente lo que el tricolor, ese dinosaurio herido de muerte, está necesitando, ya no para ganar posiciones políticos, sino para no sucumbir definitivamente.
Y otros que están saboreando el retorno de José Juan son los panistas. Sí, leyó bien: los panistas. En efecto, so pretexto de la alianza, se juntan todos, panistas y priistas (¿perredistas también?) y ahí está casi en primera fila el tal JJ.
A los panistas les cae de perlas, pues ese José Juan tiene algo de lo que carecen los blanquiazules: ¿Cómo decirlo con propiedad?, ¿habrá alguna manera elegante? Me arriesgaré a decirlo de la manera políticamente prosaica: les faltan huevos.
Supongo que usted, amigo lector@, se ha dado cuenta de que los panistas les faltan blanquillos para ponerse al tú por tú con Morena, les falta valor para decirle su precio a los precandidatos y candidatos, son como gallinas cuando se trata de defender ¡a su propio candidato a la gubernatura! Hay una honrosa excepción, el dirigente del PAN municipal, Jesús Zaldívar, pero de ahí en fuera todos los demás prefieren callar, no quieren meterse en problemas. ¿Problemas con quién?, me pregunto. ¿Con el obnubilado de Marko Cortés, ese que ocupa la silla de dirigente nacional del PAN?, ¿o con algún otro dirigente de dudosa inteligencia?
Pero bueno, con José Juan, los panistas ya tienen quien se ponga al tú por tú, ya tienen quien le entré a los trancazos, ya tienen quien los defienda. ¡Hágame usted favor!
Parece mentira que a Lalo Rivera lo defiendan y apoyen más otros, que sus propios correligionarios.
Bien dijo el escritor del siglo de oro español Francisco de Quevedo: El valiente tiene miedo del contrario; el cobarde, de su propio temor.
Por hoy es todo, nos vemos a la próxima.