Los bolardos, esos postes metálicos que se colocan en las calles para delimitar el espacio peatonal y ciclista, han generado polémica en Puebla, ya que muchos conductores los consideran un obstáculo y una molestia para el tránsito vehicular.
Los bolardos, en su mayoría, fueron colocados por la Secretaría de Movilidad en la anterior gestión del Ayuntamiento de Puebla y forman parte de un programa de cruces seguros que busca mejorar la seguridad y la convivencia entre los diferentes modos de transporte, así como fomentar el uso de la bicicleta como una alternativa sustentable y saludable.
Sin embargo, en redes sociales, los poblanos suelen quejarse de los bolardos, argumentando que dificultan el tránsito, que están mal ubicados, que dañan los vehículos, que son un desperdicio de dinero público y que no respetan el reglamento de tránsito.
¿Qué hay de cierto en estas críticas?
De acuerdo con expertos en movilidad urbana, los bolardos son una medida necesaria y efectiva para proteger a los peatones y ciclistas, que son los más vulnerables en la vía pública, y para reducir la velocidad y el volumen de los vehículos, que son los principales causantes de la contaminación y los accidentes.
Se puede decir que los bolardos son una herramienta de diseño urbano que sirve para crear una barrera física entre el espacio vehicular y el espacio peatonal o ciclista, lo cual incrementa la seguridad y la comodidad de estos últimos.
Estás estructuras también sirven para evitar que los conductores invadan o se estacionen en estos espacios, lo que mejora el flujo y la circulación, por lo que técnicamente no deben ser vistos como un problema para la movilidad sino como una solución.
Varios especialistas coinciden en que los conductores están acostumbrados a tener prioridad y privilegio en la pirámide de movilidad, por lo que rechazan que se les restrinja el espacio.
Es por ello que los bolardos son una forma de educar y concientizar a los conductores sobre la importancia de compartir el espacio público, además de que muchas veces los bolardos no están mal ubicados, ya que responden a un criterio técnico y a una normativa que establece las características.
Estos postes no se ponen al azar y se basan en un estudio previo que analiza las condiciones de cada calle, como el ancho, del trazo, el uso de suelo, el flujo vehicular, el número de peatones y ciclistas, la velocidad promedio, el tipo de pavimento, entre otros.
Ante esta situación se debe de tomar en cuenta la necesidad de reforzar el llamado a los conductores para respetar los bolardos y a no dañarlos ni retirarlos, ya que esto representa un riesgo para la seguridad y una falta al reglamento de tránsito.