Reconocidos en todo el mundo, aclamados dentro y fuera del país y, por si fuera poco, declarado patrimonio cultural intangible por la UNESCO, los mariachis son una parte esencial de la cultura mexicana. Es por esto que desde el 2004, este gremio musical de México decidió instaurar el 21 de enero como el Día Internacional del Mariachi, para rememorar el valor de esta tradición que sigue viva.
No obstante, en los últimos años, como sucede con muchas otras tradiciones mexicanas, los mariachis van perdiendo terreno frente a los nuevos gustos musicales y la falta de trabajo.
En un recorrido hecho por Imagen Poblana, distintos mariachis relataron cómo viven este día, la manera en que ven su actualidad laboral y lo que creen que les depara el futuro de su profesión. De igual forma, detallan lo que para ellos significa ser un mariachi en nuestros días, donde otros géneros proliferan y se instalan más en el gusto de los jóvenes que ya no se interesan como antes en su música.
Por una parte, el mariachi Alfredo Jiménez de la agrupación “América de Chopan Chopan”, quien es músico desde hace 48 años, afirma que hoy, a pesar de que es Día Internacional del Mariachi, para él no hay nada que festejar. Esto se debe a que, cómo se ha vuelto costumbre, no hay trabajo suficiente para el gremio, además de que nadie les reconoce o felicita este día.
A su modo de verlo, la tradición de los mariachis es cada vez menos valorada, ya que con el paso de los años, la gente se decanta más por escuchar otros géneros, como el norteño o las más modernas que incluyen groserías en sus letras, lo que a la postre los ha desplazado. Es por esto que se volvió más común que los jóvenes no se interesen en su trabajo o en formarse como mariachis, aunque es una de las tradiciones “más bonitas” del país.
“Hay que fomentar la tradición del mariachi para que también a los jóvenes les guste, porque es muy bonito, lástima que mucha gente ya no (se interesa). Antes había clientes que nos contrataban cinco o seis horas, ahora ya nada más, a lo mucho una hora y ya”, sostiene Alfredo.
Nuestro entrevistado apunta a que hace 10 años en un fin de semana podían tener hasta seis u ocho horas de trabajo seguidas, pero el tiempo no perdona y hoy en día, explica, si los contratan cuatro o cinco horas es un “buen día”.
Por otra parte, Cecilio García Romero, quien se desempeña como mariachi desde hace 50 años, cree que la labor de los mariachis todavía tiene reconocimiento entre la gente. Sin embargo, esto no es gracias al público nacional, sino al extranjero, ya que en países como Estados Unidos hay personas que se empeñan en imitar esta tradición mexicana e incluso lo hacen mejor que aquí, pues se preparan bien y gozan de estima.
“Acá no sé si la gente no tiene mucha responsabilidad en esto, no saben lo que tienen, pues. Esta profesión para mí es algo muy grande, muy bueno y nos abre puertas, solo que hay que tomarla con más educación, respeto, no tomarlo como a un juego, sino más serio”, asevera Cecilio.
Respecto al panorama laboral que atraviesan hoy, refiere que hay muchos mariachis a los que les escasea el trabajo, pero esto es en parte debido a su preparación. Señala que hay conjuntos a los que la gente ve sin ánimo o buena música, mientras que en otros es evidente que le ponen esmero a su trabajo, por lo que la gente los contrata sobre el resto.
En su caso, sus hijos han seguido con su legado y también se dedican a la música de mariachi, pero cobran incluso más de lo que él cobra y tienen trabajo en abundancia. Aunado a esto, considera que para muchos el trabajo se vuelve difícil porque también hay más agrupaciones que en otros tiempos, lo que hace más dura la competencia entre mariachis.
Finalmente, Marco Antonio Torres, del “Mariachi juvenil Los Alazanes”, es músico gracias a las enseñanzas de varias generaciones en su familia, pues lo iniciaron tocando el violín y luego aprendió otros instrumentos. Para él, la profesión de mariachi se ha tornado difícil porque la mayoría de las personas no valora su trabajo, aunque todavía quedan quienes reconocen toda la labor que hay detrás de su música.
Marco Antonio también es de los que se ha percatado de que el trabajo ha venido a menos en los últimos años, pero sobreviven gracias a quienes los contratan para serenatas. En su experiencia, se ha dado cuenta de que los días que más lo contratan son los fines de semana, toda vez que es en esos momentos cuando la gente se casa, hace cumpleaños y fiestas en general.
“No tengo un cálculo, la verdad, porque va variando, la verdad. Hay fines de semana que hemos trabajado de nueve a diez horas, hasta cuatro o cinco horas nada más”, sentencia el mariachi.
En el futuro, refiere que la tradición del mariachi no se acabará, porque a pesar de que ya no se dan las mismas contrataciones que antes, los jóvenes todavía solicitan a los mariachis. Hoy en día, afirma, las personas que lo contratan se reparten en 50 % los adultos mayores, y el otro 50 % en los más jóvenes, por lo que augura un buen futuro para los mariachis.