“Hoy tenemos la Corte más partidizada de la historia de México”, de acuerdo con el ministro en retiro Arturo Saldívar, tesis que suena muy bien para efectos del uso propagandístico en el todavía escaso debate político-electoral, en particular por la coalición Seguimos Haciendo Historia –Morena, el Verde y Del Trabajo–, que postula a Claudia Sheinbaum como precandidata presidencial.
Pero no es exacto el enunciado que presentó el expresidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al encabezar en la sede de la Universidad Autónoma del Estado de México, en Toluca, uno de los Diálogos por la Democracia convocados por Sheinbaum Pardo.
Y no lo es debido a que la SCJN formó parte del sistema político mexicano que tenía como eje central el poder de los poderes, el Ejecutivo federal con su presidencia absolutista y el partido prácticamente único –como lo reconoció públicamente Carlos Salinas–, y su partido, el Revolucionario Institucional.
Como se apunta en la jornalera Rayuela: “De que está partidizada la Corte, ya lo sabíamos... lo único es que no mostraba su color”. Tampoco atina del todo, porque el color de la Suprema Corte –o corta, según versión popular para vincularla a la compra-venta de la justicia que es el sello distintivo–, era tricolor, el presidencial al que siempre se subordinó, incluidos los gobiernos de Vicente Fox (2000-06) y Felipe Calderón (2006-12).
Ahora que si hablamos en sentido menos político y más amplio, el partido o la toma de partido de la Suprema, incluye a los poderes fácticos: financieros, mediáticos, bursátiles, religiosos y criminales, pero siempre con el Ejecutivo como el poder de los poderes institucionales y articulador de los mencionados por lo menos hasta 2018. Poderes fácticos realmente existentes, aunque la pendenciera –por desesperación propia y mala asesoría– Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz no alcanza a comprenderlos frente a los colegas que cubren su gira.
También planteó Saldívar Lelo de Larrea que antes de 1994 se decía que todos los integrantes del máximo tribunal “eran del PRI” y que no estaba partidizado, ya que “simplemente era un instrumento más de un sistema político autoritario”. Y a partir del siguiente año, la SCJN “jugaba en la misma línea de los poderes en turno… de tal suerte que nunca se enfrentó de manera mayoritaria a quienes detentaban el poder”.
A su juicio “no hubo una sola decisión que invalidara una política esencial del presidente de la República en turno”. En el caso de la llamada ley Televisa, reveló que dos ministros le relataron entonces que hablaron con el mandatario para confirmar que no había problema en invalidarla. Dijo que antes no estaba partidizada porque “el poder económico, el poder político, el poder mediático y el Poder Judicial estaban del mismo lado.
Explicó: “Quienes estábamos en minoría votábamos por razones de convicción, de un constitucionalismo transformador, de un compromiso con los derechos humanos, pero no en términos partidistas”. En agudo contraste, hoy con Norma Lucía Piña al frente, “Prácticamente cualquier proceso legislativo se invalida. En años anteriores hubo violaciones procesales, pero no se anulaban”.
Lo más significativo es que coincide con el proyecto del presidente Andrés Manuel para que los ministros se elijan por medio del voto de la población, pero si se opta por esa vía, “desde mi punto de vista no podría ser una elección abierta en la que cualquier persona pueda inscribirse para ser ministro… quizá tendría que ser una elección indirecta”. Así será, sin duda.
Acuse de recibo
En defensa de Gálvez: “A propósito del premio de Davos para Xóchitl: Se publicó Urbi et Orbi, y literalmente, porque lo de Davos siempre tiene publicidad mundial, por lo que pudimos ver el rostro de Xóchitl radiante de gozo. ¿Lo oculta, dices? ¿Pues cómo lo hace? ¡Está en todos los archivos cibernéticos, y de los otros! Es un premio para presumirlo. Y a propósito de eso: ¿Por qué no reproduces íntegras, las notas donde aparece el general (Lázaro) Cárdenas recibiendo el Premio Stalin de la Paz? Ya no está de moda, creo, echarle leña a Cuauhtémoc (Cárdenas), pero me parece que en cuanto a ‘premios vergonzantes’, pues...”: Gustavo Cortés Campa… Ana Elizabeth García Vilchis es la titular de Quién es quién en las Mentiras, en la mañanera presidencial de los miércoles. La antropóloga no sabe improvisar, no da su brazo a torcer y se niega a atenerse a la lectura de las cuartillas que no siempre las tiene ordenadas… El eminente doctor Jorge Alcocer Varela lee una cuartilla en público y se equivoca dos, tres y cuatro veces. Tan sencillo que es leer y releer en privado para cometer menos errores en público… De la periodista y escritora Teresa Gil, atropellada por un automóvil el 28 de diciembre: “Gracias mi querido Eduardo, voy mejorando, pero las molestias todavía son muchas, sobre todo al acostarme. Pero ya salgo en andadera por el pasillo, y viene una enfermera a bañarme. Ya fui a la cita con el médico…”
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