Desde hace muchos años México atraviesa una época de violencia que parece no tener fin, aunque por mucho tiempo se creyó que esto se concentraba en ciertas partes del país. Se creía que Puebla era un estado más pacífico, algo que ha cambiado más en los últimos años, no sólo por grupos delictivos, sino por la misma sociedad.
El 2023 ha sido para Puebla un año en el que, a nivel nacional, se ha hablado del estado, pero no por las mejores razones, ya que los poblanos han sobresalido a principios de año con los constantes casos de maltrato y crueldad animal, y en lo más reciente con los casos de violencia de jóvenes. Aunque en todo el país hay violencia, en el estado esto se ha vuelto una constante más preocupante por la descomposición del tejido social.
Durante meses la gente en el estado se conmocionó por los incesantes casos de maltrato animal, pero en esto se vio un cambio importante en comparación con otros casos, pues muchos de estos eran perpetrados por menores de edad. Uno de los más sonados sucedió en el municipio de Huauchinango, donde una menor presumía maltratar perros hasta la muerte sin el mayor remordimiento, incluso se burlaba de la situación y amenazaba con seguir con esa práctica.
Posteriormente se dio a conocer el caso de un niño de 12 años en Atlixco que abusaba sexualmente de varios cachorros. En la colonia de Xilotzingo, en la capital poblana, se dio a conocer el caso de un menor que maltrataba diariamente a su perro y llegó a atacar a otros niños, razón por la que se le apodo “el niño sicario”.
Por si fuera poco, en los últimos días la noticia fue una familia de Lomas de Angelópolis que se hizo famosa por su violencia y prepotencia. Patricio Pereyra arremetió contra un guardia de seguridad el pasado 29 de noviembre, rompiéndole la nariz por demorar el acceso a la unidad habitacional. Posteriormente también se dieron a conocer los casos de sus padres, pues también tenían episodios de violencia en su historial.
Para muchas personas, la explicación de esto se da en la descomposición del tejido social, algo que también han externado instituciones especializadas como universidades. En el conversatorio “Diálogo Nacional por la Paz”, celebrado en la Universidad Iberoamericana de Puebla, han hecho hincapié en que Puebla atraviesa por un momento en el que la sociedad es más susceptible al crimen.
Esto hace que poco a poco la sociedad se vaya acostumbrando más a vivir en medio de la violencia que de la paz, es decir, se va normalizando la violencia. Este concepto no solo refiere al consumo de contenidos violentos o que romantizan la violencia, sino que habla de que las personas empiezan a ver los homicidios, los secuestros, asaltos o hasta los robos menores como algo de la vida diaria.
También está el factor de que actualmente vivimos en una sociedad sumamente desigual, pues el estado se sitúa como el quinto más pobre del país con 3.6 millones de personas en esta situación que no pueden costear sus necesidades básicas cada día. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la pobreza y las desigualdades sociales fomentan las actividades criminales y la violencia.
La pobreza que desencadena en violencia luego trae otros efectos como la amplificación de las desigualdades, afecta la salud, los ingresos de los más vulnerables y es un impedimento para el desarrollo económico. Como muchos otros factores, también tiene más repercusiones cuando se le da perspectiva de género, ya que las mujeres que viven en situaciones más desiguales son susceptibles a sufrir violencia u otro tipo de abusos.
Instituciones especializadas en el análisis de la violencia señalan que para revertir esta situación, lo más importante es que los gobiernos empiecen a desempeñar políticas públicas integrales que involucren a todos los sectores de la sociedad, pues la violencia, como la que atraviesa Puebla en los últimos años, no es algo exclusivo de un grupo, sino de toda la sociedad.