Una encuesta de NBC News arrojó que de cada 100 jóvenes estadunidenses en edad de votar (de 18 a 34 años), 70 desaprueba el manejo de Joseph Biden sobre la guerra en Gaza. Y 68 de cada 100 de los votantes de todas edades apoya un alto el fuego, de acuerdo con la inglesa Reuters, para detener la barbarie del gobierno israelita que, según cálculos del New York Times cobró la vida de 10 000 mujeres y niños en Gaza, en apenas siete semanas.
Es decir, la despiadada ofensiva militar y propagandística de Tel Aviv y el respaldo casi incondicional de la Casa Blanca y el Pentágono se transformaron en un problema doméstico para Estados Unidos a menos de un año de las elecciones generales.
Por si lo anterior no fuera suficiente, el octogenario Biden que todavía puja para ser reelecto a pesar de que con cierta frecuencia saluda y se despide de personas imaginarias, enfrenta un creciente ola de críticas en el Congreso e incluso en el personal de su gobierno, en particular en el Departamento de Estado; entre agrupaciones promotoras del derecho humanitario, así como en el gigantesco aparato de la comunicación por su apoyo casi incondicional a la guerra del gobierno israelí en Gaza, sobre todo por el suministro constante de bombas estadunidenses causantes del genocidio de palestinos: infantes, adolescentes, mujeres, adultos mayores, trabajadores de la salud, periodistas y empleados de la Organización de las Naciones Unidas.
El carnicero de Israel, Netanyahu, subestimó al extremo la reacción global, incluida la de muchos gobiernos a los que se acaban de sumar los de Bélgica y España, en contra del horror que sembró.
Con una suerte de doble discurso oficial, uno para los de casa (USA), donde los matices y asegunes son mayores, y otro de cierre de filas, de apoyo sin condiciones al neofascista –no es adjetivo sino descripción– de Benjamín Netanyahu, terminó por entrampar a Joseph Robinette Biden Jr., o en todo caso no le permitió impedir que el genocidio en Palestina interfiera, para mal, en su proyecto reeleccionista.
Lo anterior era previsible desde octubre pasado cuando en plazas y avenidas de las grandes y medianas ciudades estadunidenses resonaron millones de voces exigiendo el cese al fuego y la intervención de Biden para lograrlo pronto. Bastaba observar que en un estado conservador como es Texas, en las cinco principales ciudades el reclamo no sólo era y es masivo sino era airado, una y otra vez.
Ante tal cuadro de cosas, ahora Biden coloca el acento en la pausa humanitaria en curso, de cuatro y dos días más, el intercambio de prisioneros palestinos, niños incluidos, por los 240 israelitas sobre todo, secuestrados por Hamas, aparte están los 1 400 asesinados al decir de Tel Aviv, lo que resulta injustificable y condenable en todos los tonos.
John Kirby, vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, jura que el presidente “no desea ver más civiles inocentes asesinados o heridos” en Gaza, e insiste en que EUA está instando a los israelíes a que cuando reinicien sus ataques en la zona, lo hagan “de la manera más discreta (sic), deliberada, cuidadosa y cautelosa posible”.
Detrás de las plausibles palabras están los hechos, tercos como son, y Bloomberg News reporta que Washington está apresurando la entrega a Israel de más bombas y otras municiones, incluidos misiles Hellfire, que emplean en Gaza, e instando al Congreso a suspender las restricciones sobre el suministro de armas. “Las armas llegan casi a diario” a Israel, informó un oficial del Pentágono. Veremos.
Acuse de recibo
“Pablo Martell Santos, ingeniero agrónomo, exdirigente estudiantil en el movimiento de 1967 de la Escuela de Agronomía, privada, Hermanos Escobar, en Chihuahua, está preso por apoyar a campesinos indígenas de Chiapas. Se trata de un litigio por tierras, de las que se apropiaron (Vicente) Fox y sus familiares. Pablo es militante de Morena, y siempre ha encabezado movimientos apoyando a los campesinos; a pesar de sus 78 años continúa siendo un luchador social”; informa Elba Pérez Villalba... Opinión de Moisés Edwin Barreda: “Mi estimado Ibarra, es más que evidente la ignorancia de las ministras Loretta Ortiz Ahlf y Margarita Ríos Farjat y su par Alberto Pérez Dayán, quienes convinieron que es ‘inviable’ que la alta burocracia del Poder Judicial de la Federación lo sea por elección. No creo que soslayen deliberadamente que ese método estaba en la Constitución de 1857 y (Venustiano) Carranza no lo incluyó en su proyecto para reformas a esa Carta magna, el que desembocó en la que ahora rige, porque así convenía a sus propósitos políticos”… Invitación de un centenar de organismos. “Gran marcha en solidaridad con Palestina. Miércoles 29 de noviembre a las 16 horas. Del Ángel de Independencia al Zócalo de la Ciudad de México”… Siguen muy preocupados Leo Zuckermann –visiblemente alterado–, Ana Laura Magaloni y otros porque Xóchitl Gálvez no crece en las preferencias, y SDP ya la coloca en tercer sitio.
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