Al hablar de inclusión en las artes normalmente remonta a hacer que las personas con discapacidades puedan ser espectadoras, aunque muy poco se aborda que sean ellos los partícipes de este los acontecimientos culturales. En Puebla poco se sabe de compañías artísticas que promuevan este tipo de actividades para personas con discapacidad o con adultos mayores.
En entrevista con Imagen Poblana, Jazmín Maldonado Moreno habló sobre qué es el Ballet Incluyente de Puebla y cómo presentarán en Puebla una obra en la que incluirán a personas con discapacidad y a adultos mayores. Afirmó que esto les ayuda a experimentar su vida desde otra perspectiva en la que su condición o edad no es una limitante.
Jazmín es artista escénica desde hace 18 años, tiempo en el que ha hecho teatro clásico, performance, trabajo con el cuerpo y teatro social, aunque lo más reciente es su colaboración con la compañía Ballet Incluyente, dirigida por Andrea Carmona. El grupo surgió hace ocho años por idea de Andrea, con el objetivo de ser un espacio en el que la gente con discapacidad pueda desarrollar su talento artístico.
En este tiempo se han concentrado, más que en enseñar, en ser un espacio de expresión para las personas con discapacidad física o intelectual. Lo que buscan es darles voz y, principalmente, darles el valor que se merecen como personas para que luego ellos puedan expresarse por sí mismas. Esto es algo que casi no se hace en Puebla, ni siquiera para que las personas con discapacidad sean espectadoras.
“Vas al teatro y no hay rampas, vas al cine o a cualquier espectáculo y no hay ninguna cartelera en braille, por ejemplo, o las ayudas de audio, o las salas no te permiten que estés haciendo ruido, hay muchos chicos que hacen ruido por su misma discapacidad, y es normal, pero no está permitido. En nuestra cultura no hay un espacio abierto para las personas con discapacidad”, dijo Jazmín.
Gracias al apoyo del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla (IMACP), Ballet Incluyente llevará el próximo 7 de diciembre a las 5:00 pm en la Casa de la Cultura su obra “Los piratas también aman las flores”, en la que trabajaron con personas del Centro de Atención Múltiple (CAM) de Tepochcalli y con adultos mayores de dos asilos.
La actriz explicó que, debido a todas las necesidades que implica esta obra, coordinar a tantas personas y atender a sus necesidades, además de las claras exigencias económicas, la puesta en escena del 7 de diciembre será la única de “Los piratas también aman las flores”.
La puesta en escena cuenta la historia de un pirata y su hijo, quien se niega a seguir los pasos de su padre y convertirse en pirata. Es otra manera de expresar que los menores no están obligados a repetir la historia de sus antepasados, una forma de decir que el origen de una persona no es forzosamente su destino.
Igualmente, se hizo de esta forma para dar a las personas con discapacidad tengan los roles principales, los de piratas, más 12 integrantes de Ballet Incluyente, haciendo alusión a que ellos también pueden ser grandes héroes, aventureros o viajeros, que su condición no es una limitante para expresarse y tienen la posibilidad de experimentar el mundo de otro modo. En el CAM acompañan a 35 o 40 chicos con una discapacidad, la mayoría de tipo intelectual.
“En escena lo que vamos a ver es danza, vamos a ver poesía, vamos a ver algo de movimiento, probablemente también veamos mucho caos, lo cual es normal al ser tantísima gente”, sentenció.
La forma en que obraron con las personas del CAM fue principalmente con música y movimiento. Se apoyaron en hacer analogías para que se puedan expresar, como invitarlos a imaginar que su mano es un insecto para que así se muevan con más libertad, al mismo tiempo de que fomentaron el trabajo en equipo para que luego iniciaran con las coreografías.
Jazmín aseguró que para ellos estas actividades son algo revitalizante, ya que les ayudan a salir de su cotidianidad y tienen la oportunidad de ser ellos mismos, personas que a las que no solo deben ayudar, sino que pueden hacer cosas por su propia cuenta y llevar a cabo procesos en los que se desenvolverá de otra manera a la que no están acostumbrados.
“Hay una parte en la que zapateamos, porque se usa mucho el son jarocho, y hay un chico en silla de ruedas, además es muy rígido de sus articulaciones, ‘mueve las manos, mueve los ojitos, ¡báilale!’, y bailan. Es abrirle la posibilidad al movimiento, y puede ser tan pequeño o tan grande como ellos quieran. Eso y ver en ellos que se siente vistos, que se siente valorados, los lleva a otro lugar”, aseveró.
Lo mismo sucede con las personas de la tercera edad, pues en esta etapa de su vida están todo el tiempo en el asilo, por lo que llevarles danza, música y baile es una bocanada de aire fresco en la que recuerdan sus mejores momentos. A diferencia de los menores del CAM, ellos no tendrán participación el día de la presentación, pero se nota su influencia en las coreografías.
Nuestra entrevistada aseguró que no tiene certeza de qué tanto cambió la vida de ellos, pero en su caso tiene claro que esta experiencia es un antes y un después, ya que a pesar de que apenas lleva un año en la compañía, trabajar con estos dos grupos a los que normalmente no se toma en cuenta, le abrió una nueva forma de ver el mundo.
Las personas a las que ahí descubrió las describe como frescas, honestas, pero sobre todo con muchas ganas de hacer algo más, una característica indispensable para desempeñarse en las artes escénicas; no obstante, aunque colaboran con personas que no son profesionales, también han encontrado a muchas personas con un talento distinto, excelentes bailarines y excelentes autores que únicamente necesitaban un empujón para descubrirlo.